Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

viernes, 24 de marzo de 2017

SOLO SIENDO PEQUEÑO SEREMOS SALVADOS


HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS


La experiencia nos va diciendo que son los pequeños los que alcanza la salvación. Los grandes y poderosos se hunden y terminan ahogados por las olas descontroladas de las ambiciones de este mundo absurdo que los hombres vamos fabricando y destruyendo.Y por pequeño entendemos aquellos que saben compartir, poner su confianza en Dios y saber que todo está en sus Manos. 

Esa es la verdadera medida de nuestra altura, la de la humildad y el servicio. Porque, siendo así todo lo demás pierde valor y se utiliza fraternalmente para bien de todos. Y eso, sólo se puede hacer cuando somos consciente de lo que realmente somos, valga la redundancia. Es decir, lo primero es el Amor a Dios, y lo segundo, muy unido y superpuesto, el amor al prójimo. Porque amar a Dios se confunde con el amor al prójimo. Ambos se descubren mutuamente, pues si amas al prójimo está amando a Dios, y viceversa.

Experimentamos que nos es imposible amar con ese Amor con el que nos ama Dios. Nos es imposible, porque nuestro corazón está contaminado, herido de egoísmo e imposible de controlarse. Necesitamos, luego, volvernos a Dios y rogarle porque nuestro corazón se transforme, por su Gracia, en un corazón capaz de amar como nos Ama Él. 

Por eso, Él es lo primero, y quienes no lo descubramos estamos equivocados y perdidos. Es necesario redescubrir nuestro amor a Dios sobre todas las cosas, porque a partir de ahí todo lo demás irá cambiando en nosotros. Un amor que nos transforma y nos va perfeccionando. Un amor que nos lleva a crucificarnos también nosotros por los demás como Él lo hizo por nosotros. Un amor que sin Él no seremos capaces de lograrlo.

Y cuando queremos amar así estamos en el buen camino. Porque eso nos acerca al Reino de Dios. Son las palabras que Jesús responde a aquel maestro: «No estás lejos del Reino de Dios» Tampoco nosotros si nos empeñamos en, agarrados e injertados en Él, pedirle sin desfallecer que nos enseñe a amar.

jueves, 23 de marzo de 2017

LA AMENAZA DEL DIABLO

No es broma, aunque mucha gente se lo toma a broma, o, simplemente, no cree en el diablo. Y eso, a parte de ser un gran peligro, porque le deja espacio de maniobra, es un grave error. Jesús empieza su misión por el desierto, y allí se enfrenta al diablo. Es como una declaración de intenciones antes de empezar su obra evangelizadora. Es como una prueba de fuego de resistencia al poder del Maligno. Y también como una lección didáctica para que tomemos nota y nos preparemos nosotros también.

Pidamos al Señor que nos dé la Gracia de también nosotros resistir a los ataques del diablo y que sepamos en todo momento resistirnos y luchar contra sus poderes y engaños. Porque, sus pretensiones son dividirnos y enfrentarnos para sembrar las separaciones, las luchas y guerras que nos alejen y siembren la muerte. Y, si miramos a nuestro derredor observamos que sucede todo eso. Incluso hasta dentro de la Iglesia, y hasta de nuestras parroquias.

Necesitamos estar unidos y en oración constante. Oración en nuestras vidas y a cada instante. Oración desde que empezamos el día hasta que termina. Oración con nuestro sentir y obrar, sobre todo en los momentos más débiles y arriesgado del día. Oración en la enfermedad, en los problemas y en todas las circunstancias de nuestras vidas.

Pidamos, estando unidos, que la fuerza del Espíritu Santo nos proteja y nos ilumine y nos llene de sabiduría para resistir las embestidas del demonio. Pero, también nosotros, pongamos todo nuestro esfuerzo en colaborar y poner en juego todas nuestras fuerzas y cualidades para, en colaboración con el Espíritu de Dios, contrarrestar todas las tentaciones e influencias del Maligno y vencerlas.

Me ha impresionado mucho esas últimas palabras del Señor: El que no está conmigo, está contra mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Yo, Señor, quiero estar contigo y recoger contigo, para no ir contra Ti ni tampoco desparramar. Amén.

miércoles, 22 de marzo de 2017

EL ROSTRO DE DIOS

Gracias, Señor Jesús, porque con tu presencia nos revela y nos enseñas el verdadero Rostro de Dios. Un Rostro Misericordioso y compasivo. Un Dios que quiere que sus hijos vivan en el amor por encima de toda ley y cumplimientos. Y es eso, precisamente, lo que Tú, Señor Jesús, vienes a enseñarnos y revelarnos.

Vienes a cumplir la Ley y a no abolir nada, pero vienes a mostrarnos el Amor del Padre. Y nos lo descubres en esa hermosa parábola del Padre amoroso o hijo pródigo - Lc 15, 11-32 - donde reflejas cuánto nos quiere el Padre Dios.

Danos la sabiduría de entender que la ley y los cumplimientos están al servicio y en función del amor. Es el hombre lo más importante, hasta el punto que has entregado tu Hijo para que con su muerte redima a todos los hombres pagando sus rescates. Señor, que sepamos también nosotros entender eso y valorar al hombre por encima de todo. Toda la ley en función del bien del hombre y la mujer.

Desde esta perspectiva todas las indicaciones de Dios, por pequeñas e insignificante que nos parezcan, tienen su gran importancia. Dios no puede indicarnos cosas sin sentido ni para que nosotros decidamos su cumplimiento o no. Por eso, Señor, te pedimos que nos des la sabiduría, fortaleza y voluntad de aplicarnos con total entrega a cumplir, desde el amor, todas las señales que el Espíritu Santo nos va transmitiendo e impulsando a realizar.

Te damos también las gracias, Señor, por mostrarnos tu amor misericordioso a través de tu Hijo, nuestro Señor Jesús, que nos ha revelado tu Rostro y tu Amor. Ese conocimiento de Ti, Dios mío, nos anima y nos llena de esperanza para, fiel a nuestro Señor Jesús, tu Hijo verdadero, sigamos en el Espíritu Santo, sus enseñanzas con total confianza y fe. Amén.

martes, 21 de marzo de 2017

EL PERDÓN ESTÁ EN LA ORACIÓN DE CADA DÍA

El perdón está cada día en nuestros labios. Cualquiera que se aprecie de creyente rezará el Padre nuestro cada día, y recordará la necesidad de perdonar tal y como el Padre nos perdona a cada uno de nosotros. No hay vuelta de hoja, ni interpretaciones que encierren otro significado. Si tú quieres recibir perdón, tendrás también que perdonar.

Ahora, ¿nos resulta difícil? ¡Claro!, ¿quién lo niega? Diría, ¡no difícil, sino dificilísimo! Y eso descubre y hace comprensible a todas luces la necesidad de relacionarnos con el Padre y pedirle, cada día, incesantemente que nos dé la fuerza del perdón. ¡Bien sabía Jesús la necesidad de perdonar! Y, al menor ruego de sus discípulos que les enseñara a orar, nos deja esta hermosa oración, el Padre nuestro, donde nos da un estilo de vida y una clara necesidad de perdonar, tal y como el Padre nos perdona.

Por eso, cada día rezamos, sin desfallecer, la oración del Padre nuestro. Y lo hacemos varias veces y a cada instante que nos relacionamos con el Señor. Es necesario pedirle sabiduría, voluntad y fuerza para saber sobreponernos y compadecernos. Necesitamos discernir mucho sobre la exigencia del perdón. Porque nuestra forma de pensar es diferente y egoísta. Nosotros entendemos el perdón, pero lo entendemos de otra manera. Nuestro pecado no nos lo deja ver de otra manera.

Perdonamos, sí, pero hasta cierto límite. Donde más nos acercamos al Señor es en el amor de los padres con sus hijos. Ahí nos aproximamos y nuestra compasión se alarga y se hace paciente, pero también se agota y se rinde. Sólo, experimentando la Misericordia con la que Dios nos trata y nos perdona, olvidando nuestras ofensas, seremos, auxiliados por su Gracia, capaces de también perdonar.

Por eso, de nuevo y unidos a todos decimos: Padre, perdónanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Amén.

lunes, 20 de marzo de 2017

HIZO LO QUE EL ÁNGEL DEL SEÑOR LE HABÍA MANDADO

Vienen a mi mente aquellas palabras de María en la boda de Caná cuando le dice a los criados que hagan lo que Jesús les diga. También José, su padre adoptivo, hizo lo que el ángel de su Padre Dios le había dicho. Su obediencia y su fe fueron puesta a prueba y su respuesta fue firme y confiada. Es de suponer que José dio ejemplo a su Hijo Jesús siendo niño.

No cabe ninguna duda que la familia de Nazaret es familia ejemplar, donde José y María dieron protección y educación al Niño Jesús. Todo fue tan natural como cualquier familia, pues el Hijo, encarnado, a pesar de su condición divina, fue despojado de su rango pasando por uno de tantos -Filipenses 2, 7 - menos en el pecado. 

Jesús recibió los mejores testimonios de fe, justicia y verdad. Su familia había sido elegida por Dios y la respuesta de José y María habían sido tal y como Dios esperaba. Ahora, si estas referencias de José y María no nos sirven a nosotros para reflexionar y mirarnos en ellos, poco estamos aprovechando de la figura sagrada de José y de María. Padre y Madre que nos alumbran y señalan nuestro rol y nos dan testimonio de fe. Una fe firme e inquebrantable ante las dificultades y obstáculos que nos salen al paso.

Pidamos al Señor, agarrándonos a José y María, sus padres, la Gracia de, como ellos, saber dar respuesta a lo que Dios nos pide en cada momento de nuestra vida. Una respuesta justa, discernida en verdad y revestida de amor misericordioso. Una respuesta coherente y responsable desde la Voluntad de Dios Padre, que nos guía y nos acompaña y nos fortalece para que podamos responderle. Una respuesta nacida libremente de nuestra propia libertad y voluntad, porque es donde se esconde nuestra verdadera y única dicha, gozo y felicidad eterna.

Padre nuestro, perdonanos nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Porque esa es tu Voluntad y porque así nos amas Tú. Y, porque sólo siendo como Tú, por la Gracia de tu Espíritu, seremos también nosotros eternamente felices. Amén.

domingo, 19 de marzo de 2017

EN ESPÍRITU Y EN VERDAD

Adoramos al Señor en Espíritu y Verdad. No se trata de exaltar los templos y las imagenes. Son lugares e imagenes muy respetable, pero no por sí mismos, sino por lo que representa. Y como lugares necesarios para reunirnos en silencio y adorar al Señor. Pero un Señor que: 

Le dice la mujer: «Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar». Jesús le dice: «Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad». 

Y eso significa lo que todos entendemos y debemos saber y tener claro. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad. Y eso no se puede desconectar de hacer la Voluntad de Dios y reducirlo a toqueteo de imágenes y cumplimientos de normas. 

Tenemos que pedir luz para descubrir que lo importante no es estar simplemente en la Casa, y vivir en obediencia y cumplimientos de todas sus normas, sino "amar". El amor es lo que nos da pertenencia a la Casa y a la filiación divina. La parábola del hijo pródigo o Padre amoroso nos lo retrata muy bien en el hermanos mayor. En la misma Casa que el Padre, pero muy lejos de su Espíritu y Verdad, porque se limita a cumplir y obedecer, pero no experimenta el amor. Así, rechaza la venida del hermano menor.

Quizás, el caso de aquella samaritana, lejos del Señor, se encontró con la posibilidad de tenerlo tan cerca por el Amor de Jesús. Es la lección didáctica con testimonio incluido que el Señor nos transmite en este hermoso encuentro. Es el encuentro de aquel hijo menor, experimentando su fracaso lejos de la Casa del Padre, y la acogida del Padre. ¿Y nosotros? Nos limitamos a cumplir y practicar y no a amar? Pidamos esa luz y Gracia para actuar amando y no sólo cumpliendo. Amén.

sábado, 18 de marzo de 2017

LLENA MI CORAZÓN, SEÑOR, DE VERDADERO AMOR

Nuestro camino es un camino de petición. Señor, pedirte sin descanso, sin desfallecer y confiado en tu respuesta. Pues, ya sabemos, por tu Hijo Jesús, nuestro Señor, cuanto nos amas. Y queremos pedirte que nos revistas nuestros corazones de ese amor que Tú eres y que nos das.

Revístenos, Señor, de un amor puro, entregado, disponible; de un amor dispuesto a darse y a acoger. Un amor paciente y confiado. Un amor como el que Tú, Señor, nos das y nos has testimoniado y enseñado. Un amor sobre humano, que no sea d este mundo. Porque el de este mundo es un amor impuro, contaminado, caduco; un amor que se vende, exige recompensa y no se da gratuito. Es un amor que se paga y no perdona. 

El amor que exima de todas las culpas y que cura todas nuestras enfermedades. Un amor, Señor, como el Tuyo, que nos acerque al hermano en actitud de misericordia y de servicio. Por eso, Señor, somos conscientes que estamos muy lejos de amar así, como Tú nos amas. Nos quedamos prendados al descubrir y observar tu acogida tal cual se pinta en el cuadro de Rembrandt. En el que se ve cómo el hijo que regresa, desvalido y hambriento, es abrazado por un anciano, con dos manos diferentes: una de padre que le abraza fuerte; la otra de madre, afectuosa y dulce, le acaricia. Dios es padre y madre...

Eso nos conforta y nos llena de esperanza. Eso nos anima a confesarnos, en el Sacramento de la Penitencia, también como malos hijos, que hemos pecado y que acudimos a Ti con la esperanza de sentir y experimentar tu abrazo, tu acogida y tu amor. Y, por tu Gracia y Amor, participar en la fiesta del banquete Eucarístico que nos alimenta y nos sostiene y nos devuelve al camino de la vida. Verdadera Vida Eterna en la Casa del Padre. Amén.