¿Qué quieres, SEÑOR de mí? |
Son, esos momentos, donde el SEÑOR, permitiendo que los padezcamos, nos tiende su Mano y nos llama a seguirle, a creer en ÉL, a cargar con nuestra cruz como ÉL nos enseñó al tomar la de todos y cargarla en sus propios hombros.
Recitando a Santa Brígida en sus oración, "cargando con la Cruz", diríamos: "PADRE eterno, a través de las manos inmaculadas de María y del Sagrado Corazón de JESÚS, te ofrezco los sufrimientos en el camino de la Cruz, especialmente la santa herida en su hombro y su preciosísima sangre, como expiación de mi negación de la cruz y la de toda la humanidad, todas mis protestas contra tus planes divinos y todos los demás pecados de la lengua. Como protección contra este tipo de pecados, y para amar verdaderamente a la Cruz".
No hay otra salvación que aquella que ofrece la Cruz, ¡y qué paradoja!, ¡cuantos quieren quitarla de su vida! Y la Cruz se encuentra en el Camino que marca JESÚS, detrás de ÉL.
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