Nuestra oración debe mantenernos en la fidelidad al Señor. Debemos confiar ... |
Muchas veces nos cuesta ser positivos en nuestra vida, y nos cuesta porque no confiamos en lo que hacemos o debemos hacer. Orar, por ejemplo, sabemos que nos es necesario, muy necesario, pero, en muchos momentos, depende del estado en que nos encontremos, y dependiendo de ello lo harémos o no.
Igual que con la oración nos pasa con la Eucaristía. Muchas veces no sentimos ganas de vivir y celebrar la Eucaristía, y dejamos de ir. Sólo vamos cuando nos apetece. Es decir, que oramos y celebramos cuando estamos de buena gana, al menos es lo que solemos hacer.
Pues debemos tener en cuenta que la oración que hace JESÚS por cada uno de nosotros, sostiene nuestra propia debilidad. Esto es un consuelo para nosotros, pues significa que ante las pruebas de la vida no dependemos exclusivamente de la fuerza de nuestra propia oración.
Por un lado, a veces sufrimos pruebas tan grandes que lo último que nos apetece hacer en ese momento es rezar. Por otro, nuestros momentos de oración pueden llegar a ser tan distraídos que realmente poca fuerza podemos esperar de ellos. Perdemos la confianza en nuestra propia oración.
Pero saber que Cristo ha rezado por nosotros, para sostenernos en los momentos de debilidad, para que sepamos levantarnos después de habernos caído, es un gran consuelo. ¿Qué oración puede ser más eficaz que la del mismo Cristo?
COMPARTE Y DEJANOS TU ORACIÓN.
Si no confías en tu propia oración, no te preocupes. Cristo ha rezado por ti. Catequesis del Papa del 11 de enero del 2011.
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