Estamos, por el hecho de ser personas libres, llamados a pensar, y a razonar. Un acto libre supone capacidad de poder elegir, y, por supuesto, responsabilidad en las consecuencias que se derivan de ese acto. Y nuestros deseos es hacer el bien, pues somos libres para eso.
Nadie quiere hacer algo malo, entre otras cosas porque no le gustaría que se lo hiciesen a él. Por lo tanto, la libertad cuando es verdadera busca el bien del otro como el suyo propio. Si no es así estamos ante libertinaje o egoísmos que nos atan y nos despojan de libertad. Pero, sabemos que estamos tocados, y nos cuesta hacer el bien, o dicho de otra forma, hacemos muchas veces lo que no queremos, y dejamos de hacer lo que nos gustaría hacer.
Por eso, andar solo y desprovisto de la asistencia del ESPÍRITU SANTO es renunciar a la luz que te puede alumbrar y fortalecer a encontrar la verdad y, discernir bondadosamente para elegir los lados buenos para bien de todos. Rechazarlo y darle la espalda es un pecado que nunca se perdonará, porque si no dejas que entre en ti y te sane, ¿cómo va a sanarte?
De tal modo, que nuestros raciocinios debe estar siempre acompañados por la acción del ESPÍRITU, y unidos a la constante y perseverante oración. Nada seremos sin la oración. Necesitamos espacios para meditar, orar y sacar nuestro compromiso diario de, al menos, ser mejor, en cada situación que se nos presenta a cada hora durante el día. Podríamos tomar conciencia que ÉL, el ESPÍRITU SANTO, está en cada instante con nosotros, y en cada momento podemos decirle:
Dame fuerzas ahora para tomar un desayuno alegre
sereno y en paz. Pon palabras en mi boca que
construyan paz y alegría, o al menos,
consuelo. Quitame la pereza
de quedarme sentado
mientras otros
me sirven. Amén.
Cada momento lo puedo convertir en oración, porque después haré otra cosa y otra... Ahora estoy escribiendo esta reflexión, y te pido, ESPÍRITU SANTO, luz para escribir no lo que yo quiero, sino lo que quieres TÚ. Pero, más aun, que no se quede esto en palabras escritas, sino que se hagan vida en mi vida. Amén.
1 comentario:
"Pero, más aun, que no se quede esto en palabras escritas, sino que se hagan vida en mi vida. Amén."
Gracias Salvador,Gracias.
Nos encontramos ahí en la Eucaristía
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