Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

sábado, 7 de enero de 2017

FORTALECE MI DÉBIL HUMANIDAD

Somos humanos y, cuando decimos eso damos por sentado que nos reconocemos débiles y pecadores. "Yo soy humano" solemos decir cuando vivimos un fracaso o nos vemos imposibilitados para superar cualquier contrariedad u obstáculo. Sí, sabemos de nuestras debilidades y nuestras esclavitudes.

Sería muy malo ignorarlas y desconocerlas. Por eso, es bueno conocernos y eso nos exige reflexionar y tratar de vernos y estudiarnos. De alguna forma eso es hacer penitencia, es decir, ver donde fallo y cuáles son mis puntos flacos o más débiles. Porque, conociéndolos, estaremos en disposición de corregirlos. Sólo aquello que se conoce se puede, tanto amar como rectificar.

Y en eso consiste nuestro camino, camino de perfección. Es decir, ir corrigiéndonos todos nuestros defectos y pecados. Para ello, reflexión y disponibilidad para corregirlos y superarlos. Y eso nos descubre que necesitamos la presencia del Señor y su Gracia. Sólo no podemos perfeccionarnos. Por eso necesitamos la penitencia y el sacrificio. Penitencia de revisarnos y confesarnos débiles y pecadores, y sacrificio para irnos corrigiendo y superando.

La oración es fundamental, porque ella nos fortalece y nos relaciona con el Señor. Pero también la Eucaristía contemplativa y como alimento espiritual de nuestra alma. El Reino de Dios ha llegado con el Señor y en Él encontramos lo que necesitamos para alcanzar la Misericordia del Padre. Pidamos esa Gracia sin parar. Que cada minuto de nuestra vida sea una constante plegaria para que nuestros actos glorifiquen y canten alabanzas al Señor.

Pidamos que nuestra fe, debilitada por el pecado, se sostenga firme en la oración, penitencia y sacrifico, y que cada día pueda ir superando las adversidades y obstáculos que se le presentan, con la esperanza de que el Reino de Dios está cerca. Amén.

viernes, 6 de enero de 2017

MIRANDO A LAS ESTRELLAS

HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS

Mucha gente pasa grandes ratos mirando al cielo. El cielo siempre ha sido espacio de observación y reflexión. El Universo es un gran misterio, y aunque hay muchas leyes y misterios que se han descubierto, sigue siendo inmenso todo lo que esconde. El Universo habla de su Creador, y habla muy bien por las inmensas maravillas que esconde en su infinito seno.

No podría entender ni concebir el Universo sin la intervención de su Creador. Y hoy viene a mi corazón esa idea, reflexionando sobre esa señal luminosa que sorprendió y asombró a muchos al contemplarla, pero que movió a pocos a responder. Mientras unos la contemplaron asombrados, otros, en este caso los magos de Oriente, se preguntaron y se movieron en dar respuesta a ese acontecimiento.

Indudablemente, Jesús, el Hijo de Dios, nació en la más paupérrima humildad, sin escándalos, ni ruidos. Y menos de pomposos anuncios y festejos. Nació callado, en silencio, sin protestar por las condiciones adversas que encontró. Nació con sólo una idea, la de amar y salvar a todos los hombres que desearan ser salvados. Eso implica que cuenta contigo, con tu libertad y tu elección. No te va a condicionar, ni apurar, ni a comprometer. Serás tú quien tomes tus propias decisiones, como los magos.

Esa es la lección que entra hoy humildemente en mi corazón. Doy gracias a Dios por experimentar en estos momentos esa Gracia. Danos, Señor, la capacidad de verte en el pesebre y de despojarnos como tú. Libéranos, Señor, de este desenfrenado consumo y de esta vida, quizás acomodada e indiferente. Danos la sabiduría de saber, como los magos, buscarte y dejar huella de tu camino.

Nos perdemos, pero confiamos en tu Estrella, para que nos guíe en la palabra y también en nuestro obrar. Líbranos, Señor, de la esclavitud de nuestra humanidad y danos la ligereza del pájaro que vuela rápido donde está el alimento y su vida. Que nuestro regalo de reyes sea encontrarte en el pesebre de nuestro corazón. Amén.

jueves, 5 de enero de 2017

¿POR QUÉ YO NO TE VEO, SEÑOR?

Primero tendremos que hacernos esa pregunta. Supongo, por el mundo que me rodea, que no son muchos los que se hacen esa pregunta. También, deduzco que muy pocos, en proporción a todos los habitantes del planeta, permanecen inquietos ante este interrogante. Eso no desmerece la cantidad de gente buena que hay en el mundo. Es un milagro que el mismo se sostenga, y eso no es sino la constatación de que Dios lo cuida con su Providente Amor.

Dios nos quiere tanto que, pacientemente espera nuestra conversión. Señales y acontecimientos que nos ayuden a encontrarle, como el de Natanael, que hoy narra el Evangelio, ocurren todos los días. Quizás muchos nos percatemos de eso, y otros no. Tenemos un Tesoro Infinito muy cerca de nosotros, pero no abrimos los ojos y permanecemos ciegos. 

Las luces del mundo nos deslumbran y no nos dejan ver al Señor. Necesitamos, como Natanael, acercarnos y ver al Señor. Quizás nos lo han dicho algunos amigos, pero no ha sido suficiente para movernos y despertar nuestra curiosidad. Y nos perdemos ese Tesoro que está a las puertas de nuestra vida. No sabemos que ocurrirá ni que perderemos. Eso sólo le corresponde al Señor.

Pero, desde este humilde rincón, nosotros pedimos al Señor que nos dé la sabiduría de saber llevarle a todos aquellos que quieran y deseen conocerle. De saber transmitir su Amor y, no sólo de palabra sino también con nuestra vida. Y, unidos al coro de los apóstoles, hoy por y con Natanael, les pedimos que intercedan por todos nosotros y nos ayuden a, como ellos, transmitir y llevar al Señor a todos los hombres que pasen por nuestras vidas. Amén.

miércoles, 4 de enero de 2017

BUSCANDO AL SEÑOR

Para buscar hay que ponerse en camino. Y, a veces, arrancar cuesta. Sobre todo cuando estamos cómodos e instalados. Por eso, los encuentros exigen movimientos y sacrificios. Y los sacrificios renuncias. A los pobres y desprendidos les cuesta menos el moverse, porque necesitan hacerlo. Buscan una mejoría y un bienestar con más futuro. Están en movimiento.

No puedes encontrar a Jesús en estado pasivo. Necesitas llamar, tocar, pedir. Y hacerlo con insistencia y perseverancia. Jesús está a tú alcance, pero te exige camino, camino de conversión. Juan Bautista ha preparado el camino, y tú tienes que poner también de tu parte. El tiempo de nuestra vida es un constante camino de conversión y lo verdaderamente importante es aprovecharlo.

Pidamos por intercesión de todos aquellos que han sabido buscarle, a los apóstoles, en especial a Andrés y el otro discípulo que le acompañaba y a María, que le acogió en su seno, que nos muestren el camino para, fortalecidos con sus ejemplos, aprendamos a seguir a Jesús y responder a su llamada. Pero, sobre todo, abrámonos a la acción del Espíritu Santo y dejémonos llevar por sus impulsos con humildad y confianza, con actitud de servicio y sencillez.

Porque no buscamos el éxito, ni el lucirnos, ni el triunfo ni que las cosas salgan como queremos, sino la Gloria de Dios. Y será el Espíritu Santo quien nos llevará por los caminos que nos conviene que, sin nosotros comprenderlo, serán los caminos que quiere el Señor. Porque es Él quien hace todo y quien recogerá también todo.

Danos, Señor, la paciencia y la sabiduría de descansar en tu Poder y Misericordia, y, como esos dos discípulos, impulsados por la señal de Juan salieron a tu encuentro, que también nosotros, impulsados por el Espíritu Santo recibido en nuestro Bautismo, salgamos a tu encuentro y permanezcamos toda nuestra vida contigo. Amén.

martes, 3 de enero de 2017

NECESITAMOS LA GRACIA PARA RESPONDERTE, SEÑOR

Una cosa es clara, sin El nada podemos (Jn 15, 5). Necesitamos la Gracia del Señor para poder vencer a las tinieblas y liberarnos de la esclavitud del pecado. Pero para eso necesitamos primero convertirnos. Es la propuesta de Juan Bautista: "Convertirnos a la Gracia del Señor".

Él nos anuncia la llegada del Libertador y nos invita a seguirle en actitud de conversión. Seguirle es vivir en la Vida de la Gracia por medio de los sacramentos. Por el Bautismo, que Juan nos, previamente prepara con agua, pero que nos anuncia que Jesús nos buatizará en el Espíritu Santo, y nos injerta como miembros vivos en Cristo y en su Iglesia (Papa Francisco).

Por la muerte de Jesús somos liberados del pecado, e, injertados en Él tendremos la fortaleza y la Gracia de también entregar nosotros nuestra vida para, añadiéndola a la de Jesús, alcanzar la purificación y salvación eterna. Por eso, como dice el Papa Francisco «No es una formalidad. Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia. Un niño bautizado o un niño no bautizado no es lo mismo. No es lo mismo una persona bautizada o una persona no bautizada. Nosotros, con el Bautismo, somos inmersos en esa fuente inagotable de vida que es la muerte de Jesús, el más grande acto de amor de toda la historia; y gracias a este amor podemos vivir una vida nueva, no ya en poder del mal, del pecado y de la muerte, sino en la comunión con Dios y con los hermanos».

El Bautismo nos libera y nos hace hijos de Dios. Por el Bautismo recibimos al Espíritu Santo y estamos asistido y protegidos por su constante presencia. Eso sí, necesitamos abrirle las puertas de nuestros corazones y dejarnos asistir y dirigir por Él. No perdamos tiempo y pidamos esa Gracia, esa fuerza y luz que nos ayude a convertirnos, a darnos, por amor, en Manos del Espíritu Santo, a servir y a vivir humildemente la Palabra cumpliendo la Voluntad de Dios. Amén.

lunes, 2 de enero de 2017

¿RESPONDEMOS AL ANUNCIO DE SALVACIÓN DEL SEÑOR?

Primero nos lo anuncia Juan el Bautista, pero nos dice que él es un simple anunciador del que realmente viene detrás de él, a quien no es digno de desatarle la correa de su sandalia. Es Jesús el anunciado el que nos bautizará con Espíritu y fuego. Un Bautismo que nos hace sacerdotes, profetas y reyes. Un Bautismo que nos compromete a dar testimonio de nuestra fe.

Y esa es la pregunta, ¿respondemos nosotros a ese Bautismo? ¿Respondemos nosotros a esa llamada a proclamar, viviendo primero, lo que Jesús nos enseña, no sólo de palabra sino también con la vida. Hoy damos comienzo a un año nuevo. Un año nuevo siempre invita a hacer las cosas bien, pero, pronto, al pasar de los días, esas buenas intenciones e impulsos empiezan a decaer. El trajín de cada día y la rutina nos van lastrando nuestras esperanzas y, debilitados, empezamos a dejarnos cosas en el camino.

Pero es que nuestra respuesta no debemos hacerla solo. Tenemos y debemos ir acompañados. Ese es el propósito de este humilde rincón, como también "de dodim a agapé", el de acompañar sobre todo a los que por falta de tiempo no pueden integrarse en una comunidad, o visitar con frecuencia al Señor Eucarístico. Tenemos que ir juntos, marcando el ritmo del paso de nuestras oraciones. El agua que riega nuestra vida es la oración. Sin ella no crecemos.

Pero una oración humilde, paciente, esperanzada, alegre, obediente, escuchada, atenta, perseverante, constante, alejada de ruidos, silenciosa, firme, confiada y llena de fe. Una oración que nos enciende el corazón cada día, que nos alimenta del Pan Eucarístico, que nos fortalece en las desesperanzas e inconstancias, y que nos sostiene firmes en el camino.

Si, amigos y hermanos en la fe. Necesitamos orar. Esa es la respuesta que el Señor espera de nosotros, porque lo demás nos será dado por añadiduras (Mt 6, 33). Tengamos confianza y no dejemos de orar, hablar con Dios, y recibirlo Eucarísticamente, alimento espiritual, para caminar estos nuevos trescientos sesenta y cinco días esperanzado en las promesas del Señor. Un Señor que siempre cumple su Palabra. Amén.

domingo, 1 de enero de 2017

LA NECESIDAD DE ORAR

Para orar se hace necesario descubrir esa necesidad, valga la redundancia. No se puede rezar por obligación, y es malo rezar por rutina o costumbre. La oración necesita tener vida y corazón para ser vivida en la vida. No puede quedarse sólo en la palabra, porque si no aterriza y se hace obra, muere. Y si muere no da fruto.

Y eso se supera y se vence cuando la oración es el resultado de un encuentro y de una vivencia. Es el ejemplo que nos pone hoy el Evangelio. Los pastores fueron avisados de que había nacido un Niño. Se advierte que no fue avisado ningún notable. Unos simples pastores, que aquellos tiempos eran los excluidos de la sociedad. Son los pobres los primeros y los únicos que pueden asumir y aceptar la Buena Noticia de salvación.

Y eso significa que tú, si quieres también aceptar la Noticia de salvación, tienes que abajarte y ser pobre. Pobre de espíritu, humilde, disponible y generoso. No hay otro camino ni otra puerta. Es esa, la que estás intuyendo, la puerta estrecha. Porque abajarse y ser humilde no es fácil. Cuesta mucho. Pero es lo que primero hace Dios. Se hizo Hombre y se humilló ante los hombres abajándose a la misma altura que ellos y despojándose de su Divinidad y tomando todo lo mismo que el hombre menos el pecado.

Creo que eso duele más que la propia crucifixión. Siendo Dios se hizo Hombre sin ningún privilegio y aceptando todo lo correspondiente a la naturaleza humana. Sufrió, sintió sed, hambre y dolor como cualquier hombre. Ese es el Niño Dios que me he encontrado en el portal. Y el mismo que habita ahora en mi corazón. Un Niño Dios que, nació, murió y resucitó, y que ahora vive dentro de mí. En el portal de mi corazón.

Y a ese Niño Dios le pido que aumente mi fe; le pido que encienda mi corazón; le pido que me llene de fortaleza y que me ilumine para superar y vencer todas las tentaciones que el mundo me sirve y me pone en bandeja y, humillarme como Él, para ser capaz de lavar los pies a mis hermanos como Él mismo me enseñó. Amén.

FELIZ AÑO NUEVO