Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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lunes, 2 de diciembre de 2019

NO ESTAMOS EN DESVENTAJA

Resultado de imagen de Mt 8,5-11"
Podemos llegar a pensar que aquel centurión del tiempo de Jesús estaba en ventaja. Habló con Jesús y había oído los milagros que hacía. Por eso, le buscó y le rogó que curase a su siervo. Pero, también podemos pensar que habían muchos otros que, incluso, habían escuchado su Palabra y presenciado esos milagros, y no creyeron en Él. La relevancia y grandeza de aquel centurión fue que creyó en la Palabra de Jesús y en su Poder. Y esa gran fe nos interpela también a nosotros.

Sin lugar a dudas, Señor, yo quiero creer, pero experimento que la fe es un do que viene de Ti y que yo no puedo alcanzarla por mí mismo. Por eso, Señor, te pido que me des ese don de la fe para, como el centurión, fiarme plenamente de tu Palabra. No puedo poner la excusa de que él te vio, porque, yo también puedo verte y con más garantía, pues tengo el testimonio de los apóstoles y la confesión y enseñanza de la Santa Madre Iglesia.

Quizás el centurión tuvo que hacer un gran esfuerzo, porque no tenía el testimonio de nadie sino sólo su fe de fiarse de Ti y de tu Palabra. Es verdad que también tenía, quizás de oída, la realidad de tus Obras, pero tuvo que fiarse y creer en Ti. Nosotros hoy también tenemos que fiarnos, pero tenemos el testimonio de la Santa Madre Iglesia en todos aquellos santos que nos dan ejemplo con sus vidas tanto de palabra como de obras. Y tenemos la experiencia personal de tu presencia en nuestras vidas.

Por eso, Señor, yo desde la debilidad de mi humanidad y la humildad de mi pobreza y el fracaso de todos mis pecados, te pido que aumentes mi fe y la sostengas cada día firmemente en mi corazón. Una fe que me empuje al compromiso de vivir en el amor a Ti, Fuente de Vida y de Gracia, y en el servicio a los demás. Sobre todo a los más pequeños y desfavorecidos. Amén.

martes, 29 de octubre de 2019

DAME, SEÑOR, LA CAPACIDAD PARA AUMENTAR MI FE Y MIS OBRAS

Resultado de imagen de Lc 13,18-21 por Fano
La fe empieza, como si de una semilla se tratara, desde pequeña a crecer. Es un proceso que va conformándose en la medida que, poco a poco, va descubriendo el Reino de Dios que se esconde en Jesús. El peligro está en que si se instala y se acomoda puede detenerse y entonces, si no crece, termina por morir. La fe es como una semilla que sembrada en tu corazón tiende a crecer y a hacerse grande. 

Sin embargo, es un grave peligro que se detenga y queda instalada a mitad del camino. Eso significa que empieza a debilitarse y a morirse. Una fe pasiva e instalada en las prácticas religiosas y en los cumplimientos es una fe sentenciada a morir. La fe es un proceso de maduración que nace en un momento determinado, por la Gracia de Dios, y continua creciendo hasta la eternidad.

Es un don de Dios y en ella está contenido el Reino de Dios, porque, la fe hará crecer tus obras y tu misericordia, en tu relación con los demás, según la Palabra de Dios. Y es eso lo que te pido, Señor, que mi fe no se estanque ni se instale en las comodidades de este mundo; en las comodidades del bienestar y del buen vivir sin tener en cuenta a todos aquellos que sufren y que lo pasan mal porque carecen de lo más esencial y de muchas necesidades. O, porque sus derechos son pisoteados, marginados y excluidos de la sociedad del bienestar.

Ayúdanos, Señor, a saber defenderlos y acogerlos para darles esperanza y, sobre todo, a darles a conocer tu Mensaje de esperanza que les fortalezca y les de firmeza para nunca desesperar y apoyarse en tu Palabra. Amén.

domingo, 20 de octubre de 2019

¡SEÑOR, TE PEDIMOS QUE NO PERDAMOS NUNCA NUESTRA AMISTAD CONTIGO!

Resultado de imagen de Lc 18,1-8
Nuestra fe necesita y nos exige probarnos cada día. Una fe que no sea probada no puede ser llamada fe. Sólo cuando supera la prueba disipa la duda de su propia fe y consolida su confianza en esa fe, valga la redundancia, que había confesado. Así fue demostrada la fe de Abraham. Necesitamos, pues, probar nuestra relación con nuestro Padre Dios, tal y como nos enseñó Jesús en su relación con su Padre.

Porque, la fe es probada en la adversidad y en la constatación de superar todos los obstáculos y dificultades que se van sucediendo en el camino de nuestras vidas. Es obvio que no supone mayor dificultad andar el camino llano y sin ningún tropiezo, pues es fácil y cómodo. Son los problemas los que ponen la fe patas arriba y la que origina las dudas. Los problemas empiezan  cuando la corriente viene en contra de nuestro camino y nos exige remar con fuerza. Entonces nuestra confianza se resiente y nos exige ponerse de manifiesto.

Dios es nuestro Padre y como buen Padre, el mejor, nos da todo lo que necesitamos para que vivamos en plenitud de gozo y felicidad, pero ese premio al que todos aspiramos exige antes un camino a recorrer, una Pascua que vivir y superar. Así nos lo enseñó Jesús y así fue Él el primero en vivirla, experimentarla y sufrirla. Él nos dará todo lo que necesitamos para alcanzar ese objetivo. Es decir, nuestra meta no está en este mundo, sino en el otro, pero, este mundo, nos servirá como camino para, viviendo según la Voluntad del Padre, alcanzar el otro.

Por todo ello, Señor, te pedimos que no perdamos nunca tu Amistad, para que soportando los malos momentos que la vida nos presenta, que sabemos que llegarán, permanezcamos perseverantes y junto a Ti, confiados en tu Palabra y tu Promesa de Salvación. Amén.

lunes, 14 de octubre de 2019

LA FE ES UN DON DE DIOS

Resultado de imagen de Lc 11,29-32
Sin lugar a duda, por la razón se llega a la fe, pero a una fe limitada que, por sí sola no llega a entender el Infinito Amor de Dios. ni tampoco su Eterna Misericordia. Y no lo entiende porque esa forma de amar no entra en su mente ni en sus cálculos de la razón humana. Eso sí, podemos razonar la existencia de Dios, pero no su Infinita Misericordia, una Misericordia que borra nuestros pecados y nos restituye nuestra dignidad perdida de hijos de Dios.

No cabe duda que para llegar a comprender ese gran misterio necesitamos la fe. Una fe que no la podemos adquirir en ninguna lugar, porque es sólo un don de Dios. Ahora, una fe que podemos pedírsela y que Él nos invita y nos propone que la busquemos y pidamos al Padre en su Nombre. Una fe que hay que esforzarse también en buscarla llamando al Corazón de nuestro Padre Dios por y en el Nombre de su Hijo Jesús, el Mesías enviado para, por sus méritos, ganar el Perdón y la Misericordia de Dios Padre para todos los que en Él creen.

Desde este humilde rincón de oración abrimos nuestros corazones y elevamos nuestras oraciones al Padre en nombre de su Hijo Jesús para pedirle el don de la fe, una fe que no se pare y se instale, sino todo lo contrario, que camina y vaya creciendo en madurez dentro de nuestros corazones hasta llegar a convertirse en una fe adulta que dé respuesta según la Voluntad de Dios.

Por todo ello insistimos, Señor, y confiados en tu Palabra insistimos e insistimos para suplicarte, ¡aumentanos la fe! Amén.

viernes, 27 de septiembre de 2019

¿QUÉ SE PIENSA DE JESÚS?

Resultado de imagen de Lc 9,18-22
HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 


Es bueno detenerse y observar que se piensa de Jesús a tu derredor. ¿Qué dicen los que están a tu lado y con los que te relaciones cada día sobre la Persona de Jesús? La respuesta no es muy alentadora, pues igual que les pasó a los apóstoles también nos ocurre hoy a nosotros. Unos ni se pronuncian o, quizás no le conocen, y ni siquiera han oído hablar nada o mucho de Él; a otros no les convence y lo toman como cuento o leyenda; otros les simpatizan y creen, pero se lo fabrican a su estilo y manera. Y otros se acercan, le oyen, tratan de escucharle y vivir su Palabra y van creyendo en Él.

La cuestión es encontrar tu ubicación y descubrir en que situación de las descritas anteriormente te encuentras. O quizás otras que no hayamos dicho. De cualquier manera te invitamos a dar una respuesta sincera sobre lo que tú piensas de Jesús. Yo también doy la mía y puedo decir que está sumergida en estas reflexiones de cada día en las que trato de esforzarme en seguir a Jesús y vivir en su Palabra.

Para mí, coincidiendo con Pedro, es el Mesías, el Hijo de Dios Vivo, el Cristo de Dios, tal y como dice Pedro. Sin embargo, tengo que confesar que me siento inquieto y preocupado, porque no sé si esa fe que comparto es una fe madura o está todavía en proceso. O, quizás, se ha quedado infantilizada y acomodada y ha dejado de crecer. Por eso, Señor, no quiero quedarme parado en mi fe. Quiero seguir avanzando y llegar al compromiso de dar todo lo que, de tu Manos generosa he recibido, hasta el extremo de entregar mi vida por se coherente con mi fe en tu Persona, el Hijo de Dios.

Porque, Tú lo has dado todo hasta el extremo de entregar tu Vida por la mía. Y lo has hecho sin condiciones y sin pedirme nada a cambio. Sin embargo,  sabías y sabes que con eso me has salvado y me has dado la felicidad. Yo, Señor, quiero corresponderte en esa medida, aunque sé que nunca podré alcanzar tu Gracia y tus regalos ni merecer nada, pero quiero ponerme en tus Manos y seguir tu camino hasta el extremo también de entregar mi vida. Dame, Señor, la luz para entenderlo y la fortaleza para llevarlo a cabo siguiendo y viviendo en tus mandatos. Amén-

lunes, 16 de septiembre de 2019

DE NUEVO, SEÑOR, UNA VEZ MÁS, AUMENTA MI FE

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Me siento inquieto y preocupado y también interpelado con este Evangelio de hoy, porque mi fe no es la que me gustaría que fuera. El centurión del Evangelio me señala y me siento triste y débil. Mi fe no llega a comprometerme lo que a mí me gustaría y me siento fracasado. Me siento muy lejos de experimentar esa fe que experimentó aquel centurión y me siento impotente y débil ante la respuesta de mi compromiso bautismal.

Porque, el día de mi bautismo, mis padres y padrinos pidieron a la Iglesia la fe, pero, ¿he sido yo, a través del recorrido de mi vida, fiel a ese compromiso? Supongo que no, aunque desde edad muy temprana me he sentido cerca de la Iglesia y he tratado de corresponder, sin ser muy consciente de ello, a mi compromiso de bautismo. Por supuesto que he recibido la fe, pero, ¿la he cultivado? ¿He crecido en ella y me he dejado mover en su confianza? La respuesta es que no lo sé, pero mi experiencia es siempre preocupante porque creo que debería ser cada día mayor que el anterior.

Y es eso lo que hoy vengo a pedirte, Señor. Aumenta mi fe y no dejes que el mundo, demonio y carne me alejen de Ti. Al menos quiero perseverar en no dejar de pedírtelo y tratar de permanecer a tu lado para sostener mi corazón atento, vigilante y abierto a tu Gracia cuando Tú, mi Señor, lo decidas. Porque, yo siempre creo que Tú estás ahí, me escuchas y me das todo lo que me conviene y necesito para fortalecerme y seguir mi camino hasta llegar a Ti.

Y desde este humilde rincón de oración, te vuelvo, Señor, a insistir y de nuevo, una vez más, la penúltima, suplicarte que aumentes cada día un poco más mi fe. Amén.

sábado, 24 de agosto de 2019

¡NECESITO TU AYUDA, SEÑOR!

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Nuestra limitaciones son tantas que nos cuesta entenderte, Señor, y darnos cuenta, no sólo de forma teórica, que eso parece que si lo hacemos, sino de vivirlo en la práctica del cada día de nuestra vida. Darnos cuenta de la necesidad de caminar junto a Ti, Señor, es el mayor hallazgo y descubrimiento que podamos encontrar. Porque, solos, Señor, estamos perdidos y a merced del príncipe del mundo.

Necesitamos dejarnos encontrar, Señor, por Ti, porque, eres Tú quien nos buscas y das el primer paso, pues, ¿qué sería de nosotros sin tu Amor y tu Misericordia? Nos buscas a cada momento y nos llamas, como a Natanael, pero dejas en nuestras manos la decisión de responderte. Y queremos hacerlo, Señor, tal y como hizo Natanael. 

Queremos encontrarnos con Felipe y hacerle caso. Es eso lo que te pedimos hoy, escuchar a ese amigo, a ese compañero, a ese sacerdote ... que nos habla de Ti y nos invita a conocerte. Queremos ir a tu encuentro de forma auténtica y responsable y conocerte de cerca para escuchar tus Palabras y responderte de la misma forma que hizo Natanael. Es eso lo que buscamos muchos, estar en tu presencia y escuchar tu Palabra.

Yo, Señor, y supongo que otros también, quiero encontrarte y no hacerlo a mi manera sino a la Tuya, y según tu Voluntad. Ya sé que eso no dependerá de mí sino de mi perseverancia, de mi insistencia, de mi confianza y, sobre todo, de mi fe. Lo demás, Señor, correrá de tu cuenta, porque en mí no está el poder de cambiar mi pobre y mísero corazón. Eso sí, yo no dejaré de insistir y confiar en Ti, porque, Tú, Señor, me lo has prometido: pidan y recibirán; busquen y hallarán y llamen y se les abrirá - Lc 11, 1-13 - y tomo tu Palabra, pues, sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna.

Mientras tanto, Señor, te pido paciencia, constancia y confianza en tu respuesta. A mí me toca esperar y confiar sin desfallecer y eso es lo que en este momento te pido, fortaleza para esperar confiado. Aumenta mi fe hasta el punto de, como Natanael, proclamarte Señor mío y Dios mío. Abre mi corazón, Señor, para que mi vida responda a tu búsqueda y a entregarme plenamente a hacer tu Voluntad. Amén.

miércoles, 14 de agosto de 2019

ENSÉÑAME, SEÑOR, A ORAR

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Nos has recomendado, Señor, el Padrenuestro, y nos has enseñado a rezarlo. Pero, mi experiencia me interpela y me sugiere que no debo rezarlo como una oración más del día y dentro de un cumplimiento piadoso y sistemático de cada día, sino como una oración vivida y prolongada en el tiempo de cada día donde esas palabra,s que me has enseñado, se vaya vivenciando en cada instante de mi vida.

Dame, Señor, esa capacidad vivencial de hacer de cada momento de mi vida que tus Palabras se hagan vida en mi vida. Dame, Señor, la sabiduría para que mis palabras se conviertan en una plegaria y súplica al Padre de petición por mis necesidades, tanto materiales como espirituales. Dame, Señor, la fortaleza de abrir mi corazón a tu Reino y no al que yo me voy construyendo desde mis apetencias y egoísmos. Dame, Señor, la sabiduría de convencerme y aceptar tu invitación a pedir por mis necesidades, porque, si me has invitado es porque quieres escucharme y auxiliarme. De no ser así sería, Señor, un falso e hipócrita.

Luego, ¿por qué me cuesta tanto convencerme y creerte Señor? Dame, Señor la fe que tanto necesito y fortalece mi espíritu débil y seducido por las cosas de este mundo. Dame, Señor, la perseverancia y paciencia de aguardarte y esperar tus respuestas pacientemente, sin desfallecer y sin abandonar. Dame también, Señor, la luz para injertado en la comunidad rezar junto a otros hermanos aprovechando así, porque Tú nos lo has prometido, tu Palabra de que estás presente entre nosotros, y pedirte, cara a cara, por todas nuestras carencias y necesidades que Tú conoces mejor que cada uno de nosotros.

Enséñanos, Señor, a rezar, que no es otra cosa que creer en tu Palabra y confiar en Ti. Enséñanos, como si de niños se trata, a dejarnos llevar por tus consejos, por tus advertencias de cada día en las Palabras de tu Evangelio y por la acción del Espíritu Santo que nos guía y auxilia. Amén.

miércoles, 7 de agosto de 2019

AUEMENTA, SEÑOR, NUESTRA FE

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Sin lugar a duda, la fe es nuestra salvación, porque en la medida que creamos en el Señor nuestra vida se orientará hacia la vivencia y cumplimiento de su Palabra. Pero, también sabemos por propia experiencia que la fe no la podemos adquirir con el hábito de la frecuencia de los sacramentos y oraciones. La fe es un don de Dios. Eso sí, tenemos y debemos pedírselo y permanecer en silencio y dócil a su Voluntad.

No es fácil soportar la espera ni aceptar las dudas de la fe, ni tampoco padecer los sufrimientos y adversidades. Necesitamos mucha paciencia y, sobre todo, fe. Esa fe que en silencio y postrado ante Él aguardamos nos sea concedida cuando quiera y como quiera.  Por eso, Señor, de nuevo volvemos a pedirte que, no sólo nos sostengas en tu fe, sino que nos la aumentes. Te pedimos que nos des una fe tenaz para seguirte y no pasar de insistir y pedírtela. Insistir hasta arrancarte, Señor, una respuesta y, no mereciéndola, suplicarte que nos la aumentes hasta confiar plenamente en Ti.

Porque, por tu Palabra, Señor, nos has revelado que estamos salvados todos aquellos que creen en Ti, y, nosotros, Señor, queremos creer en Ti a pesar de que experimentamos que nuestra naturaleza humana, herida y tentada por el pecado, necesita de tu Gracia para liberarse y abrirse a tu Fe. Danos, Señor, el don de la fe. Amén.

martes, 9 de julio de 2019

EL AUTO ENGAÑO QUE JUSTIFICA LO INJUSTIFICABLE

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Sucede que cuando tenemos algo delante de nuestra vista que no podemos negar y no queremos aceptarlo tratamos de justificarlo alegando causas extrañas que lo justifican. Así, ante la evidencia de los milagros de Jesús tratan de justificarlo a poderes diabólico atribuidos al príncipe de los demonios. Y hoy ocurre lo mismo, buscamos cualquier excusa para justificar nuestro rechazo a creer en la Palabra de Dios.

Y no nos faltan justificaciones, dudas y pruebas que nos hagan poner en tela de juicio el Poder del Señor. Y eso es así porque nuestro Padre Dios quiere, pues Él tiene poder para iluminarnos y que veamos claro. Pero, eso nos quitaría lo meritorio que el Señor ha dejado en nuestras manos, la capacidad de elegir y de  optar por creer en su Palabra y disponer nuestra vida a su servicio. Si algo nos salva es la fe, y esa fe está, de alguna manera en nuestras manos, es decir, la opción libre de ponernos en Manos del Señor para que Él nos ilumine y nos dé el don de la fe.

Y eso es lo que ha sucedido en muchos de los que creen en el Señor y han abierto sus corazones a su Palabra. Y eso es lo que pedimos para todos nosotros y para los que siguen empecinados en cerrar sus corazones a la Palabra del Señor. Señor, aumentanos nuestra fe para que seamos capaces de seguirte con  verdadera firmeza y decisión. Danos, Señor, esa fe que nos ponga en camino para responder a tu llamada y proclamar con nuestra vida y obras el anuncio de la Buena Noticia.

Danos, Señor, la fortaleza de superar todas esas desganas, perezas, depresiones y hundimientos de moral que nos abaten y nos amenazan con separarnos de ti. Danos lucidez y fortaleza para superar las tentaciones de llamar la atención, de ser notables y centros de otros y no acometer disparates que nos llevan a destruirnos. Señor en tus Manos ponemos nuestros pobres espíritus. Amén. 

lunes, 8 de julio de 2019

¿A QUIÉN PUEDO ACUDIR, SEÑOR, QUE NO SEAS TÚ?

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El mundo no responde a nuestro interrogantes. Es verdad que el dinero y el poder, que normalmente vienen juntos, solucionan muchas situaciones y resuelven muchas dificultades, pero no no satisfacen plenamente, pues la vida no la devuelven ni tampoco la eternidad. Y cuándo nos amenaza la enfermedad, la vejez o la muerte nos quedamos impotente y el dinero no nos soluciona nada. 

Es el caso de ese magistrado que con su hija grave busca a Jesús y en Él deposita toda su confianza. Es también el caso de aquella mujer que padecía flujos de sangre y cree que tocando la orla de su manto, porque no tenía otra solución por su condición de ser mujer y extranjera, se curará de su enfermedad. Y, ésta es nuestra pregunta, ¿lo crees tú también? ¿Lo creo yo también?

A eso nos puede ayudar sin dudarlo y con toda confianza el Espíritu Santo, pues ha venido para eso, para alumbrarnos, para asistirnos, para iluminarnos e irnos aclarando todas nuestras dudas y fortaleciendo nuestra débil fe. Pero, no basta con decírselo una sola vez y esperar con los brazos cruzados. Observemos que aquel magistrado judío fue en busca de Jesús, y eso le llevaría dificultades y tiempo. Y la mujer enferma se atrevió a, el medio de la gente, a tocar la orla del manto de Jesús. Tengamos en cuenta la situación de la mujer de aquella época. Y, además, su condición de extranjera.

¿Buscamos nosotros a Jesús? ¿Le pedimos que nos de el don de la fe y que nos la aumente cada día? ¿Nos molestamos en ello? ¿Le buscamos entre los hermanos, con los hermanos y en la Iglesia? Pongámonos en camino, tal y como nos decía ayer el Señor. Tratemos de caminar y, a pesar de las dificultades, nunca dejar de pedirle que nos dé esa fe de aquel magistrado judío o aquella mujer enferma. Él también nos escuchará y nos dará el remedio y la solución que mejor nos conviene. Amén.

miércoles, 3 de julio de 2019

AUMENTA NUESTRA FE, SEÑOR

Resultado de imagen de Jn 20,24-29 por Fano

Creo que he escrito otras reflexiones con este enunciado o título, pero siempre será necesario insistir y no cansarnos. Aumenta nuestra fe, Señor, porque necesitamos creer y confiar en Ti. Claro que confiamos, pero nuestra fe es tan débil y pequeña que cualquier tempestad o zozobra nos la arrebata de nuestro corazón. sólo tenemos que ve que Tomás, uno de tus discípulos, después de estar contigo tres años no creía en tu resurrección. Quizás nosotros tenemos más ventaja ahora, porque, tenemos el testimonio de todos tus discípulos y, precisamente de él, pues, repetimos en cada Eucaristía sus mismas palabras: Señor mío y Dios mío.

Sin embargo, a pesar de esa ventaja tenemos el mismo problema, nuestra fe es muy volátil y a la menor ráfaga de viento se nos esfuma y la perdemos de vista. Necesitamos fijarla y tenerla más sujeta para hacerla más perseverante. Y eso no podremos lograrlo por nuestra cuenta, Señor, sino por tu Gracia. Es por eso, por lo que te pedimos, Señor, que aumentes nuestra fe y la afirme en nuestro corazón. Un corazón perseverante y fuerte que, a pesar de las zozobras y tempestades de nuestra pequeña barca nos mantenga unidos a la gran Barca de tu Iglesia para estar a tu lado y poderte llamar.

Señor, danos la perseverancia necesaria para no desistir y estar firmes a tu lado, a pesar de las tempestades y huracanes de nuestras vidas. A pesar de las inclemencias y los terremotos que se nos presentarán en nuestro recorrido y camino hacia Ti. Sabemos que habrá momentos de bonanzas, pero también de tristezas, de sufrimientos y grandes tempestades. Danos, Señor, la fortaleza, la capacidad y la esperanza de, ante tantos peligros - mundo - demonio - carne - sostenernos perseverantes en tu Iglesia y con una fe firme y decidida.

Que sepamos, Señor, perseverar con los hermanos en la Barca de tu Iglesia, para que cuando lleguen las tempestades podamos apoyarnos en los hermanos y poder tenerte cerca para acudir a Ti. Gracias, Señor. Amén.

domingo, 16 de junio de 2019

ESPÍRITU SANTO, GUÍAME HACIA LA VERDAD

Resultado de imagen de Jn 16,12-15
La es un proceso que se va gestando por obra y gracia de Dios. Es un don de Dios y como tal necesita que nuestro corazón se abra a esa fe. Porque, Dios así lo ha querido y nos ha creado libres. De modo que sin nuestro permiso no nos infundirá esa fe que por otro lado, tú y yo tenemos que buscar y estar disponible y dispuesto a recibirla. Así y todo, no se nos dará la fe de sopetón y en un instante, sino que será un proceso en el que vayamos madurando y entregándonos al amor de Dios.

Hoy, en el Evangelio, nos lo dice claramente: «Mucho tengo todavía que deciros, pero ahora no podéis con ello. Cuando venga Él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir. Él me dará gloria, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho: ‘Recibirá de lo mío y os lo anunciará a vosotros’».

A partir de nuestro bautismo recibimos al Espíritu Santo y será entonces cuando iremos siendo conducidos hacia la Verdad completa. El camino de nuestra vida será un camino de aprendizaje de la verdad y para ello necesitaremos estar atentos, abiertos y receptivos a la acción del Espíritu Santo. Y no desfallecer ni apartarnos de su escucha y de su compañía. 

Por eso, Señor, te ruego que me des la fortaleza, la sabiduría y la paz de permanecer fiel a tu Espíritu y estar plenamente abierto a su obediencia y a dejarme llevar por sus impulsos. Él ha venido a iluminar mi vida y a darle sentido conduciéndola por el camino que lleva a la Verdad y a la Vida Eterna. Amén.

sábado, 18 de mayo de 2019

¡SEÑOR, TENGO TANTAS COSAS QUE PEDIRTE!

Resultado de imagen de Jn 14,7-14
Me invitas a pedir, Señor, y eso me descubre que sabes cuántas necesidades tengo. Son muchas y necesito que me asistas y auxilies para poder avanzar. Desde aumentar mi fe hasta fortalecer y afirmarla en la escucha de tu Palabra y en la relación de la oración. Sí, necesito hablarte y pedirte muchas cosas, Señor.

Necesito paciencia, mucha paciencia y saber esperar tus decisiones. Necesito sabiduría para entenderte y saber discernir el camino que me señalas y debo seguir. Necesito saber escucharte para irte conociendo mejor hasta ver en Ti el Rostro del Padre. Necesito comprender que Tú, mi Señor, estás en el Padre y el Padre en Ti. Pero, sobre todo, necesito ponerme en tus Manos y dejarme guiar por tu Palabra apoyado en tu Amor y Misericordia.

¡Son tantas cosas, Señor, que no sé por dónde empezar! Pero, quizás, lo primero es creer que todo lo que te pida, Tú, si conviene y es para mi bien y salvación, me lo puedes dar. Eso es lo que me dices y a lo que me invitas en el Evangelio de hoy. Y eso es lo que yo también quiero pedirte.

Dame, Señor, la fe de creer, como si de un niño se tratara, en tu Palabra, que, aunque confieso y manifiesto que creo, en lo más profundo de mi ser no me termino por creérmelo de verdad. Al menos no parece que mi vida refleja esa fe con claridad meridiana o eso es lo que a mí me parece. Por eso, te pido, Señor, que me des la sabiduría de saberlo, de discernirlo correctamente y de reforzarla con valentía y firmeza.

Te pido, Señor, que me aclares todo eso y que alumbres mi camino para recorrerlo con decisión, con disponibilidad, con alegría, con firmeza, con seguridad y esperanza. Amén.

miércoles, 8 de mayo de 2019

CUESTIÓN DE REFLEXIÓN Y SENTIDO COMÚN

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Está claro que la fe va por delante. Uno cuando cree en alguien se confía y se fía de su palabra. Ese es el caso que nos ocupa. Crees o no crees. Pero, una vez que crees, el sentido común te dice que, igual que resucitó el Señor, tu también resucitarás. Es la deducción clara y lógica. Por otro lado, esa aspiración es la máxima que guardas en tu corazón. Te gustaría encontrar un elixir, un tratamiento, una estrategia, dieta o manera de vivir donde tu vida se alargue lo más posible. 

Y cuando aspiramos a eso, entendemos que ese alargamiento sea en las condiciones óptimas de bienestar, de salud de máxima plenitud. Es decir, Jesús nos está ofreciendo para lo que hemos sido creados, para Vivir Eternamente. Nos lo dice clarito en el Evangelio de hoy: 

«Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed. Pero ya os lo he dicho: Me habéis visto y no creéis. Todo lo que me dé el Padre vendrá a mí, y al que venga a mí no lo echaré fuera; porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. Y esta es la voluntad del que me ha enviado; que no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite el último día. Porque esta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en Él, tenga vida eterna y que yo le resucite el último día».

Sería muy provechoso y conveniente reflexionar seriamente y profundamente esta Palabra. Porque, tarde o temprano será nuestra realidad. Nos espera la muerte y estamos hecho para la Vida. Vida Eterna en Plenitud. Hagamos esta reflexión, pero no solos, sino acompañados del Espíritu Santo, que nos guía, nos asiste y nos ilumina para que veamos claro y comprendamos. Amén.

domingo, 28 de abril de 2019

Y TÚ, ¿CÓMO TE ENCUENTRAS?

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Es posible que nos olvidemos de nosotros mirando a los demás. Somos propensos a enjuiciar, opinar y situar el estado de los demás, pero, ¿y nosotros? ¿Cómo estamos nosotros y en que actitud nos situamos frente a el acontecimiento de la Resurrección del Señor? No son fáciles encontrar respuestas para esas preguntas que nos hacemos, pero si se hace necesario buscarlas y responderlas.

¿Cuántas veces hemos pensado e incluso pronunciado esa frase: "Si no lo veo no lo creo". De alguna manera pedimos experiencias de encuentro vivido sobre ese hecho del que se nos pide creer. Y en nuestra situación ahora lo que se nos pide es que creamos en el testimonio de los apóstoles que nos han transmitido a través del Evangelio; en la Palabra que Jesús nos ha dejado y en la Iglesia, que continúa el anuncio de la Buena Noticia.

Es lo que dice Jesús al final del Evangelio de hoy: «Porque me has visto has creído. Dichosos los que no han visto y han creído». Se refiere a nosotros, a los que no hemos visto sino que nos fiamos del testimonio escrito de los que han visto, del encuentro en los Sacramentos que recibimos en la Iglesia y de la promesa del Señor que se hace presente en la comunidad. 

Esa es nuestra fe y la que pedimos al Señor que nos aumente cada día para seguir firme el camino que Él nos señala fortalecidos en la comunidad. Sí, junto a Tomás queremos repetir esa frase de confianza, de fe y de abandono en sus Manos:  Señor mío y Dios mío. Porque, aunque no hemos visto tus llagas ni tu costado, sí creemos en tu Resurrección, que se hace presente en nuestras vidas llenándonos de esperanza y de gozo en resucitar el día de nuestra hora en Ti.

Creemos en Ti, Señor, y esperamos confiados en tus palabras:  Dichosos los que no han visto y han creído». Porque, sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna. Amén.

jueves, 25 de abril de 2019

LA CERTEZA DE LA RESURRECCIÓN


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No es fácil cerciorarse de que Jesús ha resucitado. Es algo que no nos cabe en la cabeza. Los de Emaús que habían regresado al grupo y contaban que habían visto al Señor se vieron sorprendido, junto con los demás, de nuevo con la aparición de Jesús, y no se lo creían. Prueba de que creían que era un fantasma es que Jesús les demostraba que era Él:  En aquel tiempo, los discípulos contaron lo que había pasado en el camino y cómo habían conocido a Jesús en la fracción del pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando Él se presentó en medio de ellos y les dijo: «La paz con vosotros». Sobresaltados y asustados, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: «¿Por qué os turbáis, y por qué se suscitan dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies; soy yo mismo. Palpadme y ved que un espíritu no tiene carne y huesos como veis que yo tengo». Y, diciendo esto, les mostró las manos y los pies. Como ellos no acabasen de creerlo a causa de la alegría y estuviesen asombrados, les dijo: «¿Tenéis aquí algo de comer?». Ellos le ofrecieron parte de un pez asado. Lo tomó y comió delante de ellos.

Observamos como les cuesta creer en la resurrección. Y Jesús se los había dicho y ahora estaba delante de ellos. También a nosotros nos cuesta creer. Tenemos el testimonio de los apóstoles y la Palabra que nos han dejado en las Escrituras. Y también el testimonio de muchos santos que han llegado a los altares por medio de la Santa Madre Iglesia, pero, así y todo nos cuesta creer.

Sin duda es un don de Dios. Pidamos el don de la fe y abramos nuestros corazones para que el Espíritu Santo, que continúa la labor del Señor Jesús, nos abra nuestras mentes y nos ilumine para que comprendamos y veamos con certeza que Jesús es el Señor Resucitado en el que se ha cumplido todo lo profetizado por los profetas.

martes, 16 de abril de 2019

LEJOS DE LA LUZ NO HAY SINO OSCURIDAD

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Sabes por experiencia propia que cuando se va la luz todo queda a oscura. En milésimas de segundo te das cuenta del valor de la luz y su importancia para alumbrarnos en la noche. La oscuridad es tenebrosa y te deja perdido y sin orientación. Eso mismo experimentamos cuando nos alejamos de alguien que sabe más que nosotros y nos orienta el camino. Lejos de él nos perdemos.

Eso fue lo que le ocurrió a Judas. Se quedó encerrado en sus pensamientos y en su imaginación. el Mesías que había imaginado no se correspondía con el Mesías que tenía delante. Y, en lugar de acercarse a Él y conocerlo mejor y más profundamente dejándose interpelar por Él, se aleja y se aparta de Él. Se va de la Luz con mayúscula y se introduce en la oscuridad del mundo. Un mundo perdido y sin orientación. Un mundo contaminado por el pecado del poder, la ambición y la soberbia.

Quizás nos esté ocurriendo a nosotros lo mismo. Pidamos, en estos días de reflexión serena y profunda, dejarnos interpelar por el Señor. Junto al silencio de su Madre, María, perseverar en silencio y con esperanza en la Palabra del Señor. No nos adelantemos a tomar caminos precipitados ni a dejarnos llevar por nuestros juicios desesperados y ambiciosos. Dejémonos tocar por la Gracia del Señor y creer en su Palabra.

No nos engaña. Al contrario nos da Luz y nos alumbra el único y verdadero camino. Va a entregar su Vida obedeciendo la Voluntad del Padre. No hay mayor testimonio de fidelidad, de veracidad, de darnos todo hasta el extremos de entregar su Vida por nosotros. 

Tengamos paciencia y fe y pidamos luz. Esa luz que nos saque del abismo de la confusión, de la soberbia, del desespero y de la impaciencia. Espera al cumplimiento de su Palabra, a la Resurrección. Date de plazo tres días y luego, grita de jubilo y alegría al verle Resucitado. Amén.

viernes, 5 de abril de 2019

¿DÓNDE TENGO MI CORAZÓN?

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HOY A LAS 09:00 HORA PENINSULAR, 08:00 HORA CANARIA, REZO DEL SANTO ROSARIO POR LA DEFENSA Y UNIDAD DE LA VIDA Y LA FAMILIA. ÚNETE A LA HORA QUE PUEDAS Y DESDE DONDE PUEDAS. 


Mis ojos pueden estar cerrados y mis oídos tapados cuando mi corazón está endurecido por las apetencias y apegos de este mundo. Y es que hay unos ojos para ver desde el corazón y otros para ver desde el mundo. Un mundo contaminado, llenos de espejismos y aparente hermosuras que nos deleitan en principio para vaciarnos y perdernos después. Esas son las trampas con las que juega el demonio y sus cartas son la carne, nuestras debilidades, y el gozo de las maravillas del mundo.

Y no digo que las cosas creadas por Dios no sean para disfrutarla y gozarlas. Están puestas por Él para el disfrute del hombre. Pero, otra cosa es ponerlas en el centro de nuestras vidas y desplazar a Dios a un lado. Y eso suele pasar cuando arrinconamos a Dios en nuestro corazón y lo dejamos a un lado. Pasan a primer plano las maravillas y placeres del mundo y el gozo de las apetencias carnales.

Y nos olvidamos de los hermanos que lo pasan mal y que sufren por circunstancias ajenas a ellos y por el egoísmos de los demás. Los demás entre los que podemos estar incluidos nosotros. Por eso, pidamos, humildemente y arrepentidos, despojarnos de todo aquello que nos pueda pervertir y contaminar nuestros corazones. Pidamos que la Gracia de Dios nos inunde y nos haga ver las cosas desde la humildad, la sencillez, la fraternidad y el amor fraterno.

Pidamos que nuestros corazones estén abiertos y disponibles para recibir la Gracia del Espíritu Santo y que seamos dóciles a su acción para dejarnos conducir y llevar por los caminos del amor y la fraternidad. Pidamos que nuestra fe, herida y tocada por el pecado, sea perseverante y se fortalezca en el camino y al compartir con los demás. 

Pidamos que, a pesar de nuestras debilidades, tribulaciones, confusiones, tentaciones y peligros que nos acechan y nos salen en nuestros caminos, permanezcamos siempre fieles y confiados en la Palabra y la Misericordia de Dios. Amén.

lunes, 1 de abril de 2019

NO ME CANSARÉ, SEÑOR, DE PEDIRTE QUE AUMENTES MI FE

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Nunca, mientras camine por este mundo, mi fe será lo suficiente, Señor, para resistir todas las tentaciones que, en mi peregrinar, sufriré. Siempre estaré amenazado y en peligro de perder mi fe y de abandonarte como aquel hijo pródigo o como tus propios paisanos. No podré sostener mi fe si Tú, Señor, no me la sostiene y me la das. Porque, por mucho que yo me empeñe y quiera, la fe es un don que sólo Tú, Señor, me puedes dar.

Y es eso lo que, ahora desde este humilde rincón, te vuelvo a pedir. Ya lo he hecho varias veces, y hoy lo vuelvo a pedir a gritos. Al estilo de Bartimeo, aquel ciego que estaba en el camino por donde Tú pasabas. Yo, como sé, y lo creo, que Tú pasas todos los días por mi vida no ceso de gritarte y pedirte, Señor, que aumenes mi fe y la sostengas siempre firme.

Reconozco que soy débil y fácil de doblegarme a las tentaciones que el mundo, demonio y carne me ponen como trampa para seducirme y vencerme. Sé que cada día, durante toda mi vida, será una lucha a muerte. Pero, también sé que Tú me has dado la vida y este hermoso tiempo para vencer a la muerte y ganarme para la vida. Y, sólo no lo puedo lograr, pero caminando a tu lado y con tu Gracia sí lo puedo conseguir. Por eso, Señor, insisto en pedirte que aumentes mi fe.

Es verdad que necesito a los hermanos, a la comunidad, a la parroquia y a todas esas circunstancias que ame ayudan y fortalecen cuando comparto mi fe con ellos. Experimento tu fuerzas y tu cercanía. Yo soy el primero y gran beneficiado al compartir la fe con otros. Dame, Señor, esa perseverancia y fortaleza para no desfallecer y para estar siempre dispuesto y disponible, a pesar de mis debilidades, en el esfuerzo y la perseverancia de compartir la fe.

Porque, Señor, la fe la compartirla se fortalece. Por eso, es necesario que mi familia viva en la fe, pues eso nos ayudaría a todos y nos fortalecería para sostenernos en la fe. Eso te pido, Señor, como aquel funcionario te pidió a Ti. Haz que nazca en la fe entre mis hijos para que mi familia, como la de aquel funcionario, crea en Ti. Amén.