Soy consciente que nunca podré liberarme de mis dudas. Dicho de otra manera, dudar es algo muy natural, porque mi humanidad está herida por el pecado, y entre sus consecuencias está la duda. No tendríamos necesidad de la fe si estuviésemos delante de Dios. O dicho de otro modo, si no hubiésemos pecado gozaríamos de la presencia de Dios en el paraíso.
La fe es, por lo tanto, indispensable y necesaria. Pero no podemos sosternela por nosotros mismos. Necesitamos la Gracia de Dios, y la asistencia y dirección del Espíritu Santo. No somos lo suficientemente fuertes para sostenernos por nosotros mismos. Somos débiles y esclavos de nuestras propias pasiones y apetencias, a las que el pecado nos somete. Y no podemos liberarnos sino por la Gracia de Dios.
Necesitamos, pues, la fe, don de Dios, y mucha oración y ayuno. Oración y ayuno que nos prepara, nos capacita para la renuncia de todo aquello que viene a tentarnos para confundirnos y alejarnos de nuestro destino y meta natural. Estamos llamados a la Vida. Una Vida plena de gozo y felicidad eterna, y perderla sería nuestro mayor fracaso.
Para eso. Dios, se ha hecho Hombre, y tomando nuestra propia naturaleza, sin dejar la Divina, se ha acercado a nosotros para señalarnos el camino de salvación. Él es el modelo y referencia que alumbra nuestros pasos y que nos guía hacia la Vida Eterna.
Oremos confiados en la esperanza de ser oídos por nuestro Padre, y atendidos en nuestras súplicas para, por su Gracia, poder vencer todas las dificultades y obstáculos que se nos irán presentando en el camino de nuestra vida hacia Él. La oración nos fortalece e inunda todos los lugares de nuestro corazón que puedan estar contaminados por las cosas de este mundo. Y nos lo limpia de toda inmundicia y pecado. En Ti, Señor, confiamos. Amén.
FELIZ AÑO 2016