Madre mía amabilísima: Yo__________________________ ingrato pecador (o pecadora) deseando vivamente ser vuestro ESCLAVO DE AMOR en el tiempo y en la eternidad, me postro a vuestros pies, para renovar y ratificar en vuestra presencia las promesas de mi bautismo. Renuncio, pues, para siempre a Satanás a sus pompas y a sus obras, y me entrego enteramente a Jesucristo Nuestro Señor, para llevar mi cruz tras Él todos los días de mi vida. Y a fin de que le sea más fiel lo que he sido hasta el presente, os elijo hoy a vos, ¡oh, María!, en presencia de oda la corte celestial, por Madre y Señora mía muy amada.
En calidad, pues, de ESCLAVO VOLUNTARIO, sin reservas ni condiciones de ningún género.
OS ENTREGO: mi cuerpo con todos sus sentidos; mi alma con todas sus potencias, mis pensamientos, afectos, palabras y obras; por los bienes exteriores que poseo o pueda poseer en adelante; mis oraciones, sacrificios, trabajos, sudores, lágrimas, tristezas, penas y alegrías.
OS ENTREGO: la gracia santificante que creo poseer, para que Vos me la conservéis y guardéis de todo peligro.
OS ENTREGO: todos mis méritos impetratorios y satisfactorios presentes y futuros, para que dispongáis de ellos como os plazca y a favor de quien bien os pareciere.
OS ENTREGO: Madre mía dulcísima, mis pecados, para que Vos los destruyáis, de tal modo que ya no quede rastro ni sombra de ellos en mi alma.
OS ENTREGO: mis pasiones, para que Vos las convirtáis en generosos impulsos que me ayuden a servir a Dios con inquebrantable valor y santa alegría.
OS ENTREGO: mi vida y mi muerte, y en cuanto es posible hasta mi purgatorio y mi eternidad toda entera, la cual por vuestra poderosa intercesión y por la misericordia infinita de Jesús espero pasar en el seno de Dios.
De hoy en adelante y durante toda mi vida, quiero, Madre y Señora mía… vivir con Vos en estrechísima intimidad, como hijo y como esclavo voluntario; quiero pensar, amar, hablar y obrar en Vos y con Vos quiero en cierto modo y espiritualmente, formar con Vos un solo ser; quiero cobijarme, esconderme y perderme en vuestro Inmaculado Corazón, como en un molde divino, para ser allí formado a imagen y semejanza de Jesús, y glorificar desde ese esplendoroso trono a la Santísima Trinidad, que así me mirara con complacencia y aceptara mis obsequios con agrado.
Deseo vivamente, Madre mía, y formo la intención de vivir renovando esta consagración a cada latido de mi corazón, pues nada deseo tanto en este mundo, como vivir en Vos, para que así se realicen con mayor seguridad sobre mí los misericordiosos designios de Dios.
En presencia del cielo y de la tierra quedo, pues, Madre y Señora mía, constituido vuestro eterno esclavo de amor, en todo conforme a la voluntad de Dios, en el tiempo y en la eternidad Amen.
En ____________________________________________a ____________ de_______________
______________________________________________________-
(Firma)
(Con Censura Eclesiástica)
Desde la Soledad del Sagrario... esta es una oración que me regalo hace muchos años un sacerdote que está en proceso de estudio para elevarlo a los altares... padre Aníbal José María Reyes Belén.
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