(Mc 9,2-10) |
A pesar de nuestras dudas, de nuestra incertidumbre, de los momentos de tribulación y debilidad, la Transfiguración abre un paréntesis de esperanza. En ella gozamos de tu Divinidad, Señor, y nos olvidamos de toda nuestra pobreza y miserias.
¡Qué bueno y dichoso es permanecer a tu lado, Señor, contemplándote! No deseamos otra cosa. Si descubriéramos el goce de amarte, todo lo demás nos sería dado por añadidura. Por eso, en tus mandamientos nos has puesto como primer mandamiento amarte a Ti por encima de todo. Porque en tu amor está contenido todo lo demás.
Señor, Dios mío, haz que descubra el gozo, como Pedro, Santiago y Juan, de contemplarte, de permanecer como y donde sea sintiendo y gozando de tu Gloria.
Haz, Señor, por tu Gracia y Misericordia, que seamos sensible a tu Amor y a tu resplandor, y que despertemos a esa Luz que alumbra toda nuestra vida, tu Amor, para que, bajando a nuestra propia vida podamos luego resplandecer lleno de ella.
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