Y es que no parece otra cosa, somos locura de Dios, porque es Él quien sale y nos busca primero. Se hace encontradizo y llega hasta el escándalo de entregar a su propio Hijo, en una muerte de Cruz, con tal de conseguirnos. Su amor no tiene medida ni precio.
En esas circunstancias, los hombres nos perdemos por cosas vanas, caducas, perecederas, de poco valor y que nunca nos van a llenar plenamente. Nuestra experiencia nos lo demuestra. Siempre estamos insatisfechos, buscando más y más. Nunca descansamos y cada día sentimos más tristeza, más dolor, y hasta un deseo de acabar ya.
En el mejor de los casos, experimentamos que nos consumimos, envejecemos y el final no promete ser divertido. Sin esperanza, advertimos, no vale la pena seguir, pues el final se nos presenta negro y sin horizonte. Solo encontramos un abismo en el que nos perdemos.
Nuestro proyecto se fundamenta en el trabajo productivo y rentable. No se entiende el trabajo como vocación y servicio. Su finalidad es la productividad y el beneficio. Sin ellos no hay felicidad. El hombre importa poco. Solo es un instrumento para el fin, que no es otro que conseguir más rentabilidad y beneficios.
Así las cosas es muy normal que lo que observamos a nuestro alrededor sea tal y como lo vemos. Todo en función de la economía, de la riqueza, de los bienes y del beneficio. Lo demás queda en el segundo plano. Por eso seguimos encontrando paralíticos al borde de la piscina esperando ayuda para introducirse en ella.
Por eso, unos tienen de todo y otros carecen de todo. Por eso las desigualdades están en función del trabajo y la economía. A mayor rendimiento, mayor valor e importancia. Es un mundo de locos, de injusticias, de poderes, de competencias desleales, de cosas, pero no de personas, ni de hijos, menos de hermanos.
La disciplina, la norma, la producción, la ley... todo para adiestrar y rentabilizar al hombre. El hombre en función del sábado, y no al revés. ¡Dios mío, qué locura!
Tú, mi Señor, que nos has hecho para ser felices y dichosos en tu presencia. Tú, Señor, que nos has dado todo lo que se puede dar, ¡hasta la vida de tu Hijo! No permitas que esto siga adelante.
Te imploramos perdón y luz para encontrar caminos de verdad, de justicia y paz, donde los hombres vivan como los hombres, hijos de un mismo Padre, y hermanos en Xto. Jesús. Donde las cosas estén al servicio de los hombres, y el hombre sea el centro de la vida que Tú, Dios mío, le has dado.
Donde nadie sea olvidado, postergado, desechado, arrimado como un objeto desechable, inútil, inservible. Donde a nadie se le prive del derecho a la vida. Donde todos sean iguales y tratados dignamente. Donde cada uno sea servidor del que necesita su servicio. Donde el que espera sea atendido.
¡Señor!, confórtanos y danos la fuerza de tu Espíritu para, llenos de tu amor, ser capaz de vivirlo entre todos los hombres. Amén.
1 comentario:
Solo tu amor nos llena Señor somos tus hijos creados por ti nos diste todo para ser felices somos nosotros que tenemos nuestro corazon ocupado por las cosas mundanas te pedimos Señor danos tu Espiritu Santo para que examine nuestros corazones nos libere de todo lo que no venga de tu amor nos purifique que tu seas el centro de nuestras vidas , que nos guies por tus caminos de santidad
Clari ce
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