... personal para vencer tentaciones, desórdenes debilidades y... |
La Cuaresma nos invita a caminar hacia la Casa del Padre, pero no un camino distendido, sin preocupaciones, sin dificultades... No, un camino que se llena de espina, de obstáculos y se hace duro y costoso. Es un camino de penitencia lleno de interrogantes y exigencias.
Porque en el camino vamos hacia la muerte. Muerte del hombre viejo que llevamos dentro y que queremos dejar para convertirnos en ese hombre nuevo que viva en el amor al estilo de Jesús. Por eso, este camino de Cuaresma nos invita a cuestionarnos nuestro amor a Padre Dios. ¿Me siento verdaderamente hijo suyo? ¿Y si hijo, realmente me esfuerzo en cumplir su Voluntad?
Y, consciente de que su Voluntad está en el amor a los demás, ¿me pregunto y analizo si tengo buen corazón o me encierro en el egoísmo? ¿Soy capaz de perdonar o conservo el rencor durante mucho tiempo? ¿Trabajo por crear un clima de paz en mi propio ambiente?
¿Y eso me lleva a entrar en mí mismo como el hijo prodigo, y de hacer autocrítica, reconociendo mi pecado? ¿Cumplo con mis obligaciones y responsabilidades y soy exigente conmigo mismo según la Voluntad de Dios?
Solo en el esfuerzo por dar respuestas a todas estas preguntas y muchas más, lograremos vislumbrar en el camino la Casa del Padre. Si no es así, posiblemente nos perderemos buscando otro Jesús que todavía no ha nacido y que nunca llegará.
Pidamos luz, sabiduría, fortaleza, paciencia y confianza para que humillados como el hijo prodigo seamos capaces de levantarnos y caminar en verdad hacia la Casa del Padre.
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