Si me buscas, Señor y Padre mío, ¿ para qué |
Si, Dios mío, sé que me buscas, que preguntas por mí, que tratas de ponerte delante de mis enturbiados ojos y despejármelos, que me esperas pacientemente, que no tienes en cuenta mi indiferencia, mis rechazos, mis bofetadas, mis olvidos, mis intereses puestos en otras cosas.
A pesar de todo, Señor, Tú estás ahí, ¡y de qué manera! Te has hecho como yo, has tomado mi misma naturaleza, te has hecho de carne y hueso rebajándote, menos en el pecado, a mi limitada y pecadora humanidad.
Has nacido de tu Virginal Madre María, y, como yo, has crecido, jugado, sentido y vivido de forma sencilla y natural en tu pueblo de Nazaret. Te has hecho un joven, discreto, sin llamar la atención. Has cumplido todas las normas y leyes de tu pueblo y, al final, te has preparado para cumplir la Voluntad de tu Padre: "Pagar con tu muerte y tu sangre por los pecados que los hombres", para de esa forma saldar nuestra deuda con nuestro Padre Dios.
¿Hay otro Dios que haga tanto por mí? ¿Hay otro Dios que busque y se entregue, por amor, a los hombres? ¿Hay alguien que sufra, aguante burlas, bofetadas, espinas, haga el ridículo y de su propia vida por salvarme?
La respuesta es, "nadie". Solo Tú, Señor, eres mi salvación, mi verdad y mi consuelo. Y solo en Ti, en el Espíritu Santo, encontraré el camino que me lleve a la salvación eterna. Amén.
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