Lamentablemente, sus propios discípulos como Pedro y Judas le negaron... |
E imploramos su misericordia y su perdón. ¿No debemos hacer nosotros lo mismo con nuestro prójimo? ¿No debemos tener comprensión, humildad, paciencia y hasta aceptar su diferente, no por eso equivocada, forma de pensar? Si no actuamos así no estamos actuando como Jesús quiere, y sin embargo lo defendemos de los malos hermanos según nosotros entendemos.
Las diferencias estriban en que nuestros objetivos buscan una compensación. Judas buscaba poder, fuerza, y al encontrar amor, entrega, servicio... se desilusionó. Pedro se creía fuerte, suficiente... y al chocar con la realidad se desmoronó. Sin embargo, al contrario que Judas, se humilló y buscó el perdón. Aguantó y venció su soberbia descansando en la mirada del Señor. Diríamos que confío en su mirada.
El amor que hemos de dar, es un amor desinteresado, entregado gratuitamente, sin recompensas... Un amor sin ánimo de lucro, de prestigio, de honores, de imposiciones, de seguimientos, de dictaduras, de diferencias, de... Un amor como el de Jesús, que lo entregó todo a cambio de nada. Así de ser nuestra oración, y nuestro empeño en llevarla a la vida. Porque si la oración queda solo en palabras, entre tú y Jesús, y no pasa a la vida, solo nos estaremos engañando.
No miremos atrás, pues en Jesús todo queda olvidado, sino dando pasos hacia adelante, tratemos de poner nuestro corazón en Manos del Espíritu Santo, y dejémoslo actuar en nosotros transformándonos de hombres viejos en nuevos, sin miramientos, sin maledicencias, sin murmuraciones, con sencillez, con pureza, con ingenuidad... como los niños. Amén.
El amor que hemos de dar, es un amor desinteresado, entregado gratuitamente, sin recompensas... Un amor sin ánimo de lucro, de prestigio, de honores, de imposiciones, de seguimientos, de dictaduras, de diferencias, de... Un amor como el de Jesús, que lo entregó todo a cambio de nada. Así de ser nuestra oración, y nuestro empeño en llevarla a la vida. Porque si la oración queda solo en palabras, entre tú y Jesús, y no pasa a la vida, solo nos estaremos engañando.
No miremos atrás, pues en Jesús todo queda olvidado, sino dando pasos hacia adelante, tratemos de poner nuestro corazón en Manos del Espíritu Santo, y dejémoslo actuar en nosotros transformándonos de hombres viejos en nuevos, sin miramientos, sin maledicencias, sin murmuraciones, con sencillez, con pureza, con ingenuidad... como los niños. Amén.
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