Así le dijo a la samaritana, ¡si tú conocieras quién te pide de beber, le pedirías..." Porque el agua que da Jesús es el agua que salta a la Vida Eterna.
Sólo Él es el verdadero tesoro que todos buscamos, y lo tenemos tan cerca que nos cegamos buscando en otros lugares. Porque Jesús está siempre a tu lado, pero visible, en carne y alma, delante de ti. No tienes ni siquieras que moverte, está junto a tu cama, a tu mesa, en tu casa, en tu mujer o marido, en tus hijos, en tu familia, trabajo, amigos...etc.
Porque cada momento que vives con ellos lo estás viviendo con Jesús. Y nuestra mejor oración será la que hagamos con cada uno de ellos. ¿Cómo? Tratando de hacerles la vida agradable desde la verdad y el amor. Esforzándonos en comprenderlos, en ser paciente con sus debilidades y apegos, siendo tolerantes y esperando los momentos oportunos...
Aguantando con espacios de silencio, de decisiones compartidas, de asentimientos de esperanza, de dejarlo todo en Manos del Espíritu antes que alejarlos y distanciarlos de nuestro amor. No hay mejor manera de orar, y esa es la que invito a, todos juntos, elevarla al cielo para que, abandonados en el Espíritu Santo, seamos capaces de seguir sus impulsos. Amén.
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