Sí, Dios mío, estás en el silencio, en ese silencio que llevas en paz y confianza en tu Padre. No te defiendes, no protestas, no insultas, no replicas, solo callas y guardas silencio.
Así quiero yo permanecer hoy, callado, expectante, en silencio, mirándote, contemplándote y esperándote. No quiero huir como los de Emaús, ni esconderme como tus discípulos. Quiero igual que tu Madre y Juan permanecer junto a tu Cruz, callado, acompañándote, esperándote, confiado y en silencio.
Hoy es el día del silencio, de mantener el tipo firme y callado. Sin desmallar, sin vacilar, solo en silencio.
Danos Señor la firmeza de no desfallecer, sino de aguantar al pie de tu Cruz la esperanza de tu Palabra y de tu promesa de Amor. Ella nos hará fuertes y capaces de soportar y compartir tu mismo destino, porque en él está la esperanza de Resucitar contigo.
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