Marcos 1, 29-39. Cuando salió de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa ... |
Decíamos que toda nuestra vida es un ir y correr hasta sentirnos muchas veces agobiados. Y en ese devenir no encontramos salidas a nuestras preocupaciones hasta el punto de cansarnos y desanimarnos. ¿Dónde descansar y liberarnos de tantas esclavitudes?, porque en el fondo de todo lo que nos pasa nos sentimos atados, encadenados por apegos, sentimientos y formas de pensar que nos encadenan.
JESÚS es nuestra liberación. ÉL viene a salvarnos de nuestra esclavitud y a darnos la libertad de conducirnos libremente y no encadenados por todo aquello que nos alegra al principio, pero que después no esclaviza y entristece.
Tengamos la confianza de alargarle nuestra mano, de confiar, como Simón le llevo a su suegra, en que ÉL nos aliviará y nos dará las fuerzas para continuar el servicio, la lucha, la batalla, pero sin agobios, sin desesperanzas. Quizás lleguemos a cansarnos, pero nunca a desesperarnos ni a perder el ánimo y las fuerzas para continuar el camino.
Pidamos a JESÚS que interceda por todos nosotros al PADRE, pues se retiró a hacer oración, algo que nunca faltó en su vida, y que tampoco debe faltar en la nuestra. Nos da ejemplo y nos señala el camino y la forma.
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