Luego echó agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de... |
Ellos no lo sabían, ni siquiera se lo podían imaginar, ni entenderlo. ¿Nos cuesta también ahora a nosotros que tenemos más ventajas y testigos? La Cruz era un escándalo, y, peor aun, nos dejaba a un Mesías fracasado, derrotado, débil, sin poder, ridiculizado...¿Cómo entender este perfil del Mesías esperado?
Hoy, después de 2012 años también nos cuesta a nosotros entenderlo? No podemos imaginar un Dios tan loco de amor por cada uno de los hombres de este planeta. Un Dios que después de ser rechazado en los orígenes de la creación del hombre, todavía se deja ridiculizar, insultar, negar y toda clase de atropellos. ¿Se puede entender un Dios así?
Son los Apóstoles, sus Apóstoles, quienes después, en la Resurrección, y por la Gracia del Espíritu Santo empiezan a entender y a transmitirlo a los hombres. Claro, a los hombres que estén dispuesto a escuchar. Y por la Gracia de Dios, yo soy uno que creo y que me fío de las palabras que me dicen los que han creído primero que yo.
Pero, como la Samaritana, aquella mujer que tuvo un encuentro con Jesús, yo también, por mí mismo he experimentado que Jesús está dentro de mí. Su Espíritu me impulsa y me da ánimos para, fortalecido en Él, creer con firmeza, y apoyarme en su Palabra.
Pero, más todavía, mis deseos de ser feliz, y no por un ratito, sino para siempre, tienen respuesta en Él, pues me promete serlo eternamente. Y mi propia vida me descubre que fuera de Él no hay vida con sentido, sino un camino que termina en la tristeza y en el sin sentido, donde reina la angustia, la desesperación y el caos.
Por eso me siento privilegiado, querido, amado y protegido. Y, por eso, doy gracias a mi Padre Dios, y le pido que aumente mi fe, mi confianza, mis deseos de acudir a su llamada, de no dejarle plantado, de responderle, de serle fiel como la esposa al esposo o viceversa.
Sin embargo, todo eso no lo lograré con esfuerzos y trabajos para estar en los primeros puestos y lugares, sino derramando todo esa capacidad en servir a los demás, sobre todo a los más débiles y marginados. Por eso, Señor, te pido las fuerzas necesarias para empeñar todo mis esfuerzo, no servir para subir, sino en servir en aquellos que nada pueden darme.
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