¡A ti, contemplativa/o! (Oración
puesta en los
labios de un monje/a
contemplativo/a).
Soy contemplativo,
disfruto con Dios, y no olvido a mis
hermanos
Vivo, no encerrado entre cuatro paredes, y sí en la
libertad
inmensa e ilimitada que me da la garantía de permanecer
junto a Dios.
¿Acaso hay mayor libertad que la vivir en permanente
contacto
con la felicidad?
Soy, contemplativo:
Mis ojos miran hacia el espacio donde habita la Trinidad,
hacia el lugar, donde el amor, hace posible la gran
familia de
Dios, hacia el hogar, donde el silencio, es la presencia
más segura del Padre.
Soy, contemplativo:
Y me siento elegido y privilegiado con los mismos
defectos
y virtudes como los podéis tener tantos de vosotros
Pero, ante Dios, puede siempre más mi “querer estar con
Él”
que las debilidades que llegan a asomar en mi semblante.
Soy, contemplativo:
Y vivo la Iglesia desde la comunión por la oración.
Y siento a la Iglesia en cada oración que, mis labios,
amaneciendo o anocheciendo, desgranan suavemente
para el Creador.
Soy, contemplativo:
Y no lo soy, porque yo lo quiera.
Un día, sin saberlo cómo –aunque sí que recuerdo cuando–
el Señor me quiso para Él. Necesitaba orantes por las
necesidades
del mundo, barro que se dejase moldear por el Espíritu,
tela que se prestara a ser bordada por la Palabra de
Dios.
Soy, contemplativo:
Y doy gracias a Dios por todo ello.
Porque, en mi oración y, en mi frente a frente, con el
Señor,
descubro el don inmenso de la oración.
Porque los días, cuando se vuelcan con Dios,
ya no es tiempo que pasa, son horas que se disfrutan.
Porque los meses, cuando se orientan hacia Dios,
ya no son años que discurren, es poso que deja
su presencia en medio de nosotros.
Soy, contemplativo
y, necesitada de nuestras
oraciones!
En un mundo tan dividido y condicionado por tantas
fracturas,
nuestra vida contemplativa es, eso, comunión de hermanos,
nuestra vida contemplativa, es búsqueda de Aquel
al que tanto queremos, nuestra vida contemplativa,
es perdernos en el espacio de un infinito
donde reina eternamente Dios.
Nuestra vida contemplativa, es dejar al pie del sagrario
las escenas que más nos conmueven, y que llegan hasta
nosotros, por el testimonio de tantos hermanos.
Soy contemplativo
Y, por tantas confidencias de Dios,
y, por tanta dicha que vivo a solas con Él,
y, por el trabajo y la vida en comunidad,
hoy, Señor, te digo: ¡gracias por ser contemplativo
de tu amor!
Por ello mismo, amigos que vivís en permanente contacto
y encuentro con Dios, os decimos los que nos valemos,
nutrimos, alimentamos y beneficiamos de vuestros
sacrificios,
oraciones y silencios:
¡GRACIAS POR ESTAR AHÍ!
Desde la Soledada del Sagrario
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