oración de perdón “Padre, sé que he quebrantado... |
La pregunta siempre actualizada: ¿hasta
cuanto puedo perdonar? ¿Cuántas veces debo perdonar? Y es que cada vez se hace más difícil entender
que hay que perdonar, no importa lo que sea, no importa el grado de ofensa, humillación,
o de dolor causado… hay que perdonar.
Dios quiere que se perdone. Dios pide que perdonemos. Pero, ¿por qué es tan
importante para Dios el que perdonemos? ¿Hay algún beneficio obtenido para el
alma que perdona? Ciertamente que si, si
no Dios no nos pediría el perdón entre nosotros.
Además, para crear más conciencia de la necesidad de perdonar, nos dice en
el Padre Nuestro: “perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los
que no ofenden”. Hay una condición que
se da a todos: “perdono… Dios perdona”… “no perdono… Dios no perdona”…Si quiero
que Dios me perdone… tengo que perdonar a todos mis hermanos sin distinción ni
de persona ni de situación”. Hay que
perdonar no importa como lo analicemos… hay que perdonar.
Y hay que perdonar de corazón. Y hay que perdonar y olvidar. Y hay que
perdonar y seguir amando, orando y prestándole nuestro servicio a esa alma que nos ha hecho mal… pero… ¿por qué?... porque Dios así lo pide… lo
desea… lo espera...
La pedagogía de Dios es inconcebible para muchas almas. Perdonar libera el
alma de la esclavitud del rencor, de la venganza, de convertirse el alma en un
ser amargado, de carácter explosivo, lleno de odio… y todo sazonado en el
nombre de la Justicia. El alma siempre
dispuesta a perdonar posee una mirada transparente porque la paz llena su alma
y se desborda en su mirada... y en su corazón solo hay amor...
Miremos el proceder de muchas almas…proceder que todos podemos imitar… solo
para darnos cuenta hasta donde hay que perdonar. Muchos padres en el mundo entero se plantean
la misma interrogante…. “Pero es que me mató a mi hijo… a mi hija… ¿cómo no voy
a pedir justicia?”…Y si la justicia humana le da meses o pocos años de pagar en
la cárcel… el alma se rebela buscando la forma de hacer saber que no está de
acuerdo, que hay que darle más tiempo… incluso dejarlo morir en las tinieblas y
en el infierno de la cárcel. Y el alma a viva voz grita que lo ha perdonado…
pero quiere justicia… justicia a su criterio… justicia a su conveniencia…
justicia… que acalle la voz de su venganza disfrazada…
¿Cómo reacciona un alma verdaderamente enamorada de Dios? Un alma consiente
de la necesidad apremiante de perdonar a pesar de… toda la debilidad humana… Es
el caso de una señora en España, que ahora no recuerdo el nombre, y lamento enormemente, es un caso dado en catholic.net. Le mataron a su hijo innecesariamente, y en el juicio ella contemplaba al asesino de
su hijo. Al llegar al final del juicio, donde se daba la condena, ella pidió hablar.
Nadie esperaba la reacción de la señora cuyo único hijo había perdido innecesariamente…
por un arranque de alguien que no tomo las debidas precauciones para controlar
su mal genio y su mente pesimista.
Ella caminó hasta llegar frente al asesino de su hijo. Y con voz
entrecortada y suave, le perdono. Le manifestó su preocupación por el… por
haber descubierto la soledad y falta de amor en que vivía. Le confesó que
oraba por él y lo siguiera haciendo. Y sin que nadie lo evitara… le abrazó y el
joven estalló en llanto. Aquel que estaba disfrazado en una máscara de aparente
indiferencia durante el juicio… estalló en llanto al verse descubierto en su más
intima necesidad de hijo producto de un hogar disfuncional.
Esta señora dio cátedra de lo que significa perdonar. Y estoy segura que
llego mucho más lejos… estoy segura que su amor de madre la llevo a
procurar la amistad y el bienestar espiritual de este joven que en esos momento
había encontrado un corazón de madre que lo cobijaba…
Ella dejo que la justicia humana corriera… no se detuvo a pedir mayor
castigo… se detuvo solo a contemplar y descubrir cuanto lo amaba Dios… y cuanta
necesidad de amor había en este niño escondido en el cuerpo de joven, privado de la experiencia de amor
en su vida… ella fue más lejos y miro con la mirada de Dios y acepto la invitación
de Dios… He aquí la grandeza de perdonar de corazón… su alma de madre fue
liberada del dolor que ahora tomaba otra dimensión y sentido desde la caridad y la verdadera
justicia… la justicia divina que le llamaba a ser misericordiosa con el asesino
de su hijo.
Perdonar… es una joya preciosa que muchos de nosotros nos negamos a
conquistar en el momento preciso… Perdonar es el adorno más codiciado por
muchos de nosotros, pero, que en el momento justo de mostrar esa joya de
incalculable valor declinamos por la venganza que da sabor mortal al alma pero
que satisface sobremanera el egoísmo de nuestro yo.
Perdonar es solo de almas que están buscando la santidad… y sobre todo los que buscamos el perdón de Dios bajo las condiciones divinas…aunque nos hagamos violencia para dirigir nuestra débil naturaleza a dar un salto mortal en la virtud... encontrando la paz y libertad interior...
Madre enséñame a perdonar como Tú
perdonaste… de corazón. Enséñame, Madre buena, a mirar al que me hiere
mortalmente con tu mirada de bondad, de ternura… enséñame a perdonar y a olvidar.
Madre, enséñame a ser un alma necesariamente llena de misericordia y compasión,
hazme ver más allá de las apariencias… para desbordarme en oración y en
sacrificios por los hermanos que ignorantemente hieren mortalmente mi corazón.
Madre hazme ser como Tú… toda de Dios al gusto divino.
Desde la Soledad del Sagrario
No hay comentarios:
Publicar un comentario