Nuestra misión es, en esencia, aprender a amar sin condiciones |
¿Cómo puedo amar sin compartir? Sí, comparto con aquellos que comparten también conmigo, pero, ¿eso no es amar a los que me aman? ¿Soy capaz de compartir con aquellos que piensan diferente de mí y no me caen tan bien? ¿Qué, pues, significa amar?
Son preguntas que muy bien nos podemos hacer al hilo de estas palabras de Jesús. Porque si no nos hacemos ninguna pregunta, ¿qué hacemos entonces? ¿Tomamos lo que queremos y dejamos lo que no nos gusta? Supongo que eso fue lo que hicieron muchos en la época que les tocó vivir con Jesús.
Muchos rechazaron sus propuestas porque el tomarlas ponía en peligro su zona de confort. Otros, porque eso significaba dejar ese mundo hermoso en el que estaban instalados, y otros, quizás porque les disputaba su poder y prestigio. Otros, a pesar de cuestionar toda su vida y situación, le aceptaron y, ¡gracias a ellos!, hoy nosotros le conocemos. ¿Dónde estamos nosotros?
Todavía me resisto a compartir, a abrir mi corazón y derramar todo lo que el Padre me ha dado. Creo que debo buscar justificaciones y no arriesgarme en el esfuerzo. Compartir es amar, y solo compartiendo puedo llegar a dar y recibir, precisamente lo que significa amar.
Pidamos al Espíritu Santo, que nos guía y asiste, que seamos abierto, que dispongamos nuestros corazones en actitud de compartir, porque en ese darnos y recibir podemos hacer la Voluntad del Padre: Amarnos como Él nos ha mandado. Amén.
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