Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.

lunes, 10 de febrero de 2014

NOS VEMOS EN LA EUCARISTÍA



Cada día tienes la oportunidad de tocar al Señor en la Eucaristía. En ese memorial de su pasión, Jesús se ofrece al Padre para la redención de nuestros pecados, y tú, como también yo, podemos adherirnos en Él y por su mérito Infinito a la Misericordia del Padre. En cierto sentido, y desde ahí, podemos decir que Jesús se ha dejado tocar su glorioso Cuerpo y Sangre para que lo comamos y nos alimentemos.

Y se produce el milagro de nuestra salvación: Por su mérito hemos sido salvados y redimidos para gozar de la plenitud de la vida eterna. ¿Nos parece poco ese milagro? Estamos vivos para siempre y nuestra muerte física es sólo un paso y transformación a una vida gloriosa y gozosa junto a nuestro Padre Dios.

Pues bien, esa oportunidad la tenemos todos los días, tal y como nos suele decir nuestra querida amiga bloguera Cristina Llano cuando se despide con la esperanza de seguir viéndonos en la Eucaristía. Allí tenemos al Señor esperándonos con los brazos abierto. Somos unos privilegiados con los contemporáneos de su tiempo, pues ellos lo tenían que buscar para poder tocarlo. A nosotros nos espera en el Sagrario, en cualquier templo, para darnos un fuerte abrazo.

No perdamos esa maravillosa oportunidad de, no sólo visitarle, sino de recibirle en la Eucaristía cada día o, al menos, cada domingo.

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