- Señor, quiero vivir en tu corazón. Sólo si vivo en ti,
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Y huir de la mentira y la hipocresía, porque me duele hacerlo. Y no hablo de cosas que nos parecen grandes, sino de pequeñas cosas de cada día que me obligan a no mostrarme como realmente soy. Creo que eso fue lo que le sucedió a Herodes. No dio marcha atrás en su juramento disparatado por su propio prestigio, por su propio orgullo.
Y creo que esa es la clave: no dar el brazo a torcer por nuestra propia soberbia y orgullo. Nos cuesta mucho doblegarnos porque no queremos ser menores que nadie. Me cuesta mucho ser como niño, porque a un niño no le cuesta mucho reconocer su error, tragarse su orgullo y soberbia.
Te pido desesperadamente, Señor, fuerza y voluntad para poder humillarme, para poder tragarme mi orgullo y soberbia y aceptarme pequeño, necesitado de Ti. Esa inclinación soberbia es la que me lleva a vivir en la apariencia, en la mentira, en el disimulo.
Es la que me lleva incluso a vivir en el pecado y en la constante huida de la verdad. Pero yo quiero seguirte y ser como Tú, Señor. Para eso te pido ayuda, porque sé que yo solo nada puedo. Amén.
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