- En el relato de Jesús, fueron los invitados los que pusieron en peligro la ...
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Porque por mucho que miro en mi correo no encuentro esa tarjeta de invitación. Sí, tengo muchas tarjetas de invitación a fiestas, a bodas, a comidas, a homenajes... pero ninguna tuya. ¿Habré mirado bien en mi correo, Señor?
Y si me la has enviado y no la he visto, quizás haya dejado de acudir ignorantemente o por no mirar bien y estar atento la haya rechazado o postergado por no considerarla de interés. Puede haber ocurrido también que, preocupado por las exigencias de la etiqueta no me haya interesado acudir.
Posiblemente mis intereses están en otras cosas, y pienso que es en ellas donde puedo encontrar lo que realmente busco y quiero. Por eso no me preocupo de mirar bien en mi correo ese tipo de invitaciones. Las deshecho y tiro a la basura. No me interesan.
No obstante, a todas las fiestas que acudo me quedo insatisfecho. Salgo vacío, sin gozo y más triste que antes. Se repite siempre lo mismo, son caducas y sin sentido. ¿Será la Tuya, Señor, diferente?
Te pido, Señor, que me abras los ojos, que alumbres mi inteligencia y hagas que mi voluntad busque y rebusque hasta el punto de mirar bien, porque esa invitación tuya quiero encontrarla, prepararme y aceptarla. Quizás sea la que haya estado buscando incesantemente.
Quiero Señor asistir. Ayúdame a encontrar ese traje de fiesta que a Ti te gusta para que pueda entrar y permanecer en la misma. Amén.
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