- Dios mío, Tú eres todo ternura para mí. Te lo pido por tu Hijo amado:
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Necesito tu comida, la que Tú me ofreces cada día en tu sacrificio Eucarístico: tu Cuerpo y tu Sangre. Es el alimento que necesita mi vida, mi existencia para alcanzar tu presencia y tu mirada. Pero, aún más, Señor, necesito la fuerza de tu alimento para fortalecerme en tu amor y amar como Tu me amas.
Amar a todos aquellos que están al alcance de mi radio de influencia. Pero, Amar, ¿cómo? Amarlos muriendo como Tú, hasta el extremo de dar mi vida y mis apetencias en favor de los demás. ¿Te digo una cosa, Dios mío?
Hace bastante tiempo que estoy meditando en estas cosas. Hace bastante tiempo que quiero dar ese paso, pero siempre tengo la impresión que no lo doy. ¿Qué te parece a Ti, Señor? Tengo la sensación que me quedo siempre en el mismo lado, no avanzo. Quiero pero no puedo o no me decido.
Me parece que mi amor no crece, que mi amor no se despega, no se da, no muere. Sigue viviendo en la comodidad, en la opulencia, en lo cómodo. Seguiré insistiendo, Señor, y comiendo cada día tu Cuerpo y tu Sangre, y confiando en que cuando Tú lo creas y decidas, mi corazón sabrá amar y desvivirse por los demás.
Mientras tanto, aquí estoy Dios mío. Amén.
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