- En el principio de la vida pública Jesús nos anunció
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un deseo ardiente de vivir, pero de vivir eternamente. Me asusta la muerte y me asombra y me gusta oírte hablar de vida eterna. Me quedo maravillado cuando leo estas palabras tuyas: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá
para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del
mundo».
Yo quiero comer de ese pan, Señor, porque siento esa vida eterna en mi interior y me siento arrastrado a ella. Me da miedo morir. ¡No quiero morir, Señor! Y me llena de alegría y esperanza tu promesa, porque Tú tienes Palabra de Vida Eterna.
Por eso me esfuerzo en alimentarme diariamente de ese Pan que Tú me ofreces. Lo hago diariamente, y todo lo demás lo pongo en segundo plano. Tú eres lo primero en mi vida, porque estando contigo puedo fortalecerme y darme también mejor a los demás.
Dame, Señor, la sabiduría y la voluntad necesaria para nunca apartarme de Ti, y siempre tenerte como lo primero en mi vida. Por eso te pido las fuerzas necesarias para recibirte todos los días y alimentarme con tu Gracia para, con tu Gracia, poder vencer las inclinaciones que me tientan y provocan en este mundo que tengo que vivir. Amén.
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