«¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del hombre?».
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sólo sé que Tú eres el Hijo de Dios vivo, pero nada más puedo añadir. Mi razón no alcanza para entender más, y mi vista es corta y vieja. Necesito renacer, transformarme en hombre nuevo para ver con claridad tu Rostro de Hijo de Dios.
Y eso no lo puedo alcanzar sin tu Gracia. Me toca esperar a las puestas de tu Sagrario, y allí aguardar pacientemente hasta cuando Tú quieras. Confío en tu Misericordia y mi esperanza permanece en ella. No dejes que me aleje de Ti, Señor. No permitas que me aleje de tu Rostro.
¿A dónde acudir, Señor, si Tú te vas? No encuentro otra razón que de sentido a mi vida si no está en Ti. No me cierro los ojos, ¡no!, simplemente que me fío de Ti y entiendo que en Ti encuentro lo que busco, pero a más no llego. Lo demás lo pongo en tus Manos. Tengo plena confianza en Ti.
Tú me das libertad, me haces libres y me llenas de paz. Tú respondes a mis inquietudes, me fortaleces en mi lucha propia contra mis apegos, mis pasiones y mis malos deseos. Tú me inundas de esperanza, de buenas intenciones, de satisfacciones por hacer el bien y de gozo cuando amo. Tú le das sentido a mi vida, ¿qué más puedo decir?
Simplemente que eres el Hijo de Dios Vivo. Amén.
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