- Creo en ti, Señor, así como creo en el viento que alborota
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porque no cabe en mi cabeza que Tú siendo el Creador te hayas rebajado a morir por mí. ¿Quién soy yo para tanto amor de Ti? ¿Valgo yo tanto? Todavía eso lo entiendo menos, y cuando me asaltan esos pensamientos me quedo desarmado, confundido, desorientado...
Pero cuando pienso mis muchas ofensas, ¡a diario!, me quedo todavía más confundido. ¿Cómo es posible que tras recibir tantos rechazos, injurias, indiferencias, burlas, desprecios... puedas estar todavía pendiente de mí y morir para salvarme? ¿Se puede entender eso?
Llego a la conclusión que sólo abandonándome en tus Manos y, como un niño, confiando en tu Palabra podré cobijarme entre tus brazos y alcanzar la paz que busco y persigo. Todo me es dado de tu Mano generosa, y la fe me vendrá de Ti cuando decidas darmela. A mí sólo compete en confiar en esa Palabra tuya, y abrazar esa Cruz que Tú me ofreces.
Porque si miro para otro lado, ¿qué encuentro? Limitaciones, odios, venganzas, desamor, injusticias, desprecios, guerras, vicios y apegos que me esclavizan y me someten hasta el punto de despersonalizarme y animalizarme.
Por eso, Señor, me fío de Ti y creo en tu Palabra. No encuentro otro camino. Lo que busco lo hallo en Ti. Amén.
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