- Atráeme, Señor, y comparta yo contigo tu hora.
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a cada instante, en cada hora, ya sea en las penas o en las alegría, pero siempre contigo, Señor. Porque tiempo hay para ayunar y aceptar esos momentos de cruz, de desconcierto y de confusión.
Por eso, vivamos la hora en que tu gozo y tu presencia nos alegra, nos invade de dicha y alegría, porque sabemos que llegarán momentos de desdicha y de sufrida pasión, pero siempre en la esperanza de la llegada del Esposo.
Pidamos al Padre que nunca perdamos la esperanza, en las alegrías y las penas, de esperar la llegada del Novio ayunando cuando las circunstancias nos lo demandan y alegrándonos cuando la fiesta nos pide celebrarlo. Amén.
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