- Aquí estoy, como un pobre discípulo, necesitado de que ...
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ser rico, se poderoso, ser famoso, ser halagado, ser considerado alguien de mucha valía y reconocimiento...? Al no ser por los servicios prestados a aquellos que lo necesitan y por compartir con ellos penas y alegría, poco me servirán.
Y esos reconocimientos siempre vendrán de los pobres y necesitados, nunca de aquellos que se vanaglorian de estar hartos, de poseer todo tipo de comodidades, de pasarlo bien y de posee grandes riquezas. Estos te harán la vida imposible si te cruzas en su camino y si le amenazas su habita de felicidad.
Están ciegos, hartos de oscuridad, satisfechos de cosas caducas que tienen su tiempo contado. Ciegos que no ven el precipicio que les espera a pocos pasos de su vista. No ven aunque lleven las mejores marcas en gafas; sean auscultados por los mejores oftalmólogos, viajes en los mejores coches y guiados por profesionales del volante.
Permanecen en la oscuridad porque se han despojado del traje de la pobreza, no una pobreza de miserias, sino una pobreza de saberse necesitado de un Padre Dios que les quiere y les espera para compartir con ellos la verdadera Gloria de vivir eternamente como verdaderos hijo de Dios.
Son ricos no por tener, sino porque no comparten lo que tienen y lo ponen en servicio de los demás. Son ricos porque no ven la necesidad de servir, de vivir al lado de los que sufren y necesitan. Son ricos porque no descubren que todo lo que tienen les ha sido donado y que les será reclamado.
Son ricos porque no descubren que la única y verdadera riqueza se esconde dentro del servicio, la disponibilidad, la donación y el amor. Son ricos porque como Ángel Sánchez Toledano reflexiona en el enlace de la imagen arriba, tienen miedo de cargar con la cruz que supone la pobreza.
Señor, danos la sabiduría de sabernos necesitados, pobres y esperanzados en tu Palabra, verdadera riqueza y pan que nos alimenta, porque queremos ser ricos, pero ricos de tu Amor. Amén.
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