Mi cruz es demasiado pesada". El señor, como siempre, acudió y le
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mucho todas mis apetencias, mi vanidad, mi soberbia, mis ansías de saber más que otros, de tener mayor importancia, de estar por arriba de ellos, de ser más tenido en cuenta, de llamar más la atención, de ser considerados y alabado por los otros, de... ¡Son tantas cosas que priorizo antes que tu Voluntad, Señor!
Y experimento que no puedo desprenderme de ellas. Me doy cuenta del alcance de tus Palabras. Nadie puede ser tu amigo, tu hermano si antes no se esfuerza en cumplir la Voluntad de tu Padre. Tú has venido precisamente para dar cumplimiento a su Voluntad.
¿Cómo poder seguirte haciendo otra voluntad que no sea la de tu Padre? Está claro, seguirte a Ti es hacer la Voluntad de tu Padre. Y esa Voluntad es la que Tú nos enseña y nos testimonia. No hay otro camino. Nada de apariencias, de medias mentiras, de hipocresías, de figurar y disimular. Contigo no valen medias tintas ni esfuerzos mediocres. Contigo sólo permanece lo que se hace en verdad.
Por eso, Jesús, pido a través de Ti que me recomiendes a tu Padre y que me ayudes, por tu Misericordia y tu Gracia, a estar a tu lado dejando a un lado mis intereses, mis apetencias, mis pasiones, mis basuras, pues cuando en Ti somos liberados nos damos cuenta que lo que nos ataba y esclavizaba eran simples mediocridades que terminan por vaciarnos. Amén.
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