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sino que lo oído se debe llevar a la vida, es decir, "Vivir". Y ahí está la dificultad porque cuando lo oído no concuerda con lo que quiero y me gusta vivir, me siento incómodo, molesto y se me hace duro vivenciarlo en la vida diaria.
Es de ahí de donde surgen los conflictos, las envidias, los celos, las venganzas, los odios, la soberbia y las guerras que desembocan en separaciones y muertes. Por eso, necesitamos dejarnos curar y eso implica más que una curación física, una sanación espiritual.
Dejarnos llenar de paz, de serenidad, de paciencia, de humildad para vivir en el amor y la paz. Eso implica abrir las puertas de nuestros corazones y dejar entrar en él la Palabra, no para que simplemente habite en él, sino para que llenándolo todo se transforme en un corazón lleno de paz y amor.
Eso derivaría en un contagio a todos aquellos que se acercan, provocando tranquilidad, serenidad, reflexión, silencio y encuentro con uno mismo para descubrirnos necesitados de hambre y sed.
Te pedimos, Señor, que nos muevas a sentirnos necesitados de ser curados de nuestras ansías de hambre y sed, porque sólo sintiéndonos enfermos y hambrientos nos moveremos a clamar por tu Palabra que nos salva y nos redime. Amén.
1 comentario:
Cuanta razón Salvador. Precisamente esto mismo le comentaba a Gosspi en mi blog, la necesidad que tengo de sentir necesidad verdadera y absoluta de Dios, de ver mi pobreza real de su conocimiento.
un abrazo.
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