Del Evangelio según Lucas 7,11-17. A continuación se fue a una ciudad ...
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y así sucederá pese a la obstinación de muchos y la comodidad de otros. Porque el hombre y la mujer están hechos para vivir, pero no una vida caduca de 20, 40, 70 o más años, sino una vida Eterna y gozosa. Y esa vida está en Jesús, porque Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
Por eso, a pesar de que la muerte camina y está al acecho, la vida sale al encuentro para proclamar que la victoria es segura. Así lo proclamó Jesús en el encuentro con la viuda de Naím, y así lo proclama en cada momento que nos abrimos a la vida desde el seno materno de una madre, hasta el sacrificio en la hora de la muerte compartida en nuestra propia cruz en Jesús de Nazaret.
Aceptar la muerte es aceptar la derrota de la vida y el sin sentido de un mundo disparatado y caótico. Aceptar la muerte es hundirse en el propio egoísmo de la esclavitud y sometimiento a todas las pasiones y apegos que te animalizan y despersonalizan tu dignidad de persona racional.
Estamos hechos para vivir, pero una Vida de gozo, de felicidad y amor. Una Vida que clama al Cielo y que grita desesperadamente ¡Abad!, ¡Padre!, en tus Manos pongo todas mis esperanzas y ansías de felicidad. Amén.
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