- El camino. ¡No un viandante! Si, como entonces,
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también lo quiero hacer yo, Señor, pero necesito tu Gracia, la luz del Espíritu Santo para poder llegar a la casa de Isabel. Solo me perdería, y mis fuerzas me fallarían. Quisiera tener la voluntad, la sencillez y humildad de tu Madre, María, para ponerme al servicio de los demás.
Y para llevarte en mi corazón, Ella lo hizo en su vientre, a la casa de mis parientes, de mis amigos, de mis compañeros de trabajo, de comunidad, de... Quisiera ser tu apóstol, Jesús, Señor nuestro, para proclamar tu Palabra desde mi vida, desde una actitud de servicio y humildad.
Ese es el camino que tu Madre nos señala, precisamente hoy que celebramos su Asunción a los Cielos. El camino de subida, pero una subida que es solo aparente, porque es en el descenso donde deponemos nuestras actitudes de soberbia y orgullo, para transformarlas en humildad y servicio.
El camino de ascenso implica un descenso para encontrarnos abajo, al pie de la montaña, con el Jesús que se esconde en cada uno de nosotros. Es donde único pude nacer y crecer el amor. Por eso, ascender implica también descender. Así lo señaló Jesús a Pedro, Santiago y Juan en el Tabor.
Ya, con Jesús en tu vientre glorioso, nos indicaste cual iba a ser su camino, la Gloria en el descender a la naturaleza humana, para igualados a nosotros y entregados hasta la muerte, redimir nuestra naturaleza caída y tocada por el pecado. Has sido corredentora, por la Gracia de Dios, en tu Hijo Jesús al llevarlo en tu vientre y al, poniéndote a sus servicio, entregárnoslo para nuestra salvación.
Madre nuestra, ofrecida al pie de la Cruz por tu Hijo Jesús, acompañanos en nuestro camino particular hacia la casa de nuestros parientes y amigos, para que sepamos como tú, servir y ser humildes, y podamos arrancar de los demás, para Gloria del Señor, un canto de alabanzas. Amén.
1 comentario:
Preciosa Reflexión Salvador, que aprendamos a entregar nuestra vida a Dios imitando a María. Que Dios los bendiga!
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