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276 × 249 - Segunda: Rm 8, 18-23. Evangelio: Mt 13, 1-23
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para ser cultivado por Ti, porque solo por tu Mano poderosa y misericordiosa puedo dar buenos frutos. Pongo todo mi estiércol, mi basura pecaminosa, mi tierra estéril e inservible en tus Manos, Dios mío, para que Tú, solo Tú, la transformes y la cultives.
Yo, por mucho que me empeñe, nunca llegaré a dar buenos frutos, porque mi tierra es mala, está contaminada por las malas hierbas, es poco profunda y está entre piedras y abruptos. No tiene constancia y se deja fácilmente deslumbrar por las luces de este mundo.
Tú, mi Señor, me sostiene y me proteges. Con tu Mano poderosa me haces germinar y me das fertilidad. En tus cuidados seré tierra fértil, productiva y capaz de, muriendo en las semillas que Tú me has sembrado, generar los frutos que Tú esperas de mí. Amén.
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