Quizás el comienzo del fin. Dios mío… |
Es cuando me acuerdo de Ti, y cuando te ofrezco todo lo que tengo y soy. Mientras, ¡sí, estoy cerca de Ti!, pero regateo mi entrega, te pongo condiciones y pienso que cuando llegué el momento tendré tiempo de ofrecerte todo mi ser.
¡Qué iluso soy, Dios mío! Perdona mi ignorancia, mi osadía y mi atrevimiento. No tengo palabras para calificarme, y se me cae la cara de vergüenza. Quisiera esconderme, ¡sí, lo recuerdo, como hizo Adán, el primero que pecó de soberbia y vanidad!
¿Por qué recurrir cuando nos vemos en el final de este mundo? ¿Por qué dejar pasar los mejores momentos de poderte dar gracias voluntariamente y libremente, cómo a Ti te gusta? ¿Por qué soy tan arrogante, tan suficiente y tan tonto? ¿Por qué, Señor, Dios mío, no me doy cuenta de que solo Tú eres lo importante?
No tengo justificación, ni palabras, ni señalamientos hacia otros y otras causas. No quiero cometer el mismo pecado de Adán. ¡No, Señor! ¡Ayúdame y dame sabiduría y fuerza para entenderte, para conocerte, y para tener las fuerzas suficientes de responderte!
Solo con tu Gracia, Dios mío, podré acercarme a Ti, como Jairo, como la mujer hemorroísa, y seguir tus pasos de acuerdo con tu Voluntad. Amén.
1 comentario:
Que bonita oración, la haré mía.
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