Jesús no se va de vacaciones nunca. Entre otras cosas porque Él es el descanso y la paz, y en Él están las verdaderas vacaciones. La felicidad está en Él, y cuando se es feliz no apetece ir a otro lugar, pues ya en ese lugar se está bien y en pleno gozo. ¿Para qué ir a otro lugar?
Cuando se piensa y planea vacaciones, se hace pensando en descansar y disfrutar de un merecido descanso. Se busca un lugar donde pasarlo bien y relajarse de todo lo que perturba o incómoda. Pero, resulta que esas vacaciones, pensadas en descansar y disfrutar, apoyadas en las cosas que el mundo ofrece, no resulta un buen descanso ni una inyección de paz y bienestar interior.
Porque, sólo el estar en el Señor nos ocasiona paz y serenidad. Permanecer en Él son las mejores vacaciones que podemos tener. En Él alcanzamos plenitud de gozo y felicidad eterna. Unas vacaciones que no terminan y que son eternas. Jesús está siempre esperándonos con los brazos abiertos y en Él es donde podemos encontrar la verdadera paz y el gozo del verdadero descanso.
Danos la Gracia, Señor, de no apartarnos nunca de Ti, y en nuestro tiempo de descanso o de vacaciones, que seas Tú nuestro principal invitado, nuestro mejor amigo y el centro de nuestro descanso. Te pedimos, Señor, fortaleza para vencer apetencias y debilidades, y no quedar deslumbrados por las tentadoras ofertas que el mundo nos hace. Sus luces, candilejas y escenarios que nos pintan tratan de seducirnos y sumergirnos en él. Tú, Señor, quedas marginado y relegado a un segundo plano.
Te pedimos, Señor, que, como Tú, tentado en el desierto, sepamos perseverar y rechazar todas las ofertas tentadoras que el demonio nos ofrece. Amén.